El trato que una sociedad da a los animales es un termómetro de su nivel cívico. Si se da por buena esta idea, la información que hoy aparece en la página 11, y que hace referencia al abandono de animales en estas fechas estivales y a la situación de insalubridad de la perrera municipal de Cáceres, debería ser entendida como una demostración que entre nosotros no es difícil encontrar casos que ilustran que aún nos queda mucho por avanzar en el cuidado, protección y amparo de los animales.

El abandono de sus mascotas por parte de algunas familias antes de tomar vacaciones, que conduce a que la perrera viva una situación de overbooking siniestro que se resuelve con el sacrificio de los animales que sobran, es un acto desalmado cuya reprobación debería venir, antes que por la ley --leyes hay que lo castigan--, por la inequívoca censura social.

Sin embargo, si entre nosotros existiera una actitud vigilante que hiciera difícil cualquier conducta de menosprecio hacia los animales, ni los miembros de la Asociación para la Protección y Defensa de los Animales tendrían esa sensación de ser voces que claman en el desierto, ni tendrían que venir desde Europa a salvar a animales que nosotros condenamos.