Néstor Kirchner ya es presidente de Argentina. Llega a la Casa Rosada de manera legal, pero anómala. Una amplísima mayoría en las urnas, pronosticada por todos los sondeos, debía darle la base con la que poder enderezar el maltrecho país, pero la cobarde y marrullera retirada de Menem le ha privado de alzarse con una amplia victoria. Kirchner será un presidente constitucional, pero se pondrá en duda su legitimidad por tener una reducida base electoral de poco más del 20% de los votos conseguidos en la primera vuelta. El nuevo presidente se verá obligado, para legitimar su mandato, a una política de pactos y alianzas y tropezará con todo tipo de dificultades, a las que no será ajeno Menem. Con la renegociación en agosto del acuerdo con el FMI, y las elecciones municipales y provinciales en octubre, Kirchner deberá demostrar su habilidad política para no defraudar a un país que sigue empeñado en destruir toda forma de gobernabilidad.