Homero le hizo sentir a Ulises melancolía por países que no había conocido; en España, en algunos sectores de los medios de comunicación es fácil apreciar ese mismo sentimiento en relación con el sucesor de Mariano Rajoy . Es un fenómeno tan interesante en términos políticos como sicológicos. En esencia podríamos definir esa añoranza de otro al frente de los suyos como fruto de un premonición que les provoca gran desasosiego: Zapatero --pese a los graves problemas que ha creado con algunas de sus decisiones-- podría volver a ganar las elecciones.

En el fondo, es ese temor el que empuja a periódicos y radios afines al PP a especular con la vuelta de Rodrigo Rato , hablar de las ambiciones de Ruíz Gallardón o a colocar sobre una peana a Esperanza Aguirre . Es fácil suponer que este estado de cosas irrite a Mariano Rajoy; no hace falta ser un lince --basta con leer otros periódicos o radios afines al PSOE-- para ver el amplio juego de desgaste que les facilita semejante deriva.

A mi modo de ver, más allá de las encuestas, todo esto remite a una suerte de sebastianismo político latente en el sentir de los militantes del PP. Ha ocurrido más veces. Durante el Siglo de Oro que compartieron con España, una parte de los portugueses añoraban y aguardaban la vuelta de aquel joven rey don Sebastián que desapareció en la batalla de Alcazarquivir. Muchos se negaron a aceptar su muerte . Tengo para mí que en el Partido Popular pasa algo parecido con Aznar . En el fondo todas las maniobras a las que estamos asistiendo --y las que todavía no conocemos--, tienen un único destinatario: Aznar. No digo que José María Aznar esté detrás o que pretenda volver entre aclamaciones de los suyos. Doy por hecho que cuando voluntariamente decidió irse lo hizo para no volver. Lo que digo es que todo lo que les está pasando a los populares tienen un diagnóstico: añoran a Aznar. Ya digo:puro sebastianismo político.