Recientemente ha irrumpido en televisión un nuevo género de programas y espacios publicitarios que nos animan a ejercitar la mente, adoptando el vocablo anglosajón del Brain Training . ¿Quién no se sorprendió las pasadas navidades viendo a una Nicole Kidman , de aspecto juvenil, sin una sola arruga en su rostro, reconociendo que su edad mental es de 52 años?

A lo largo de la historia, de las distintas civilizaciones y culturas, desde que el hombre tiene conciencia de su mortalidad, el mito de la eterna juventud ha sido una constante. La literatura universal está plagada de referencias: los faraones egipcios a los que se atribuía el don de la inmortalidad; el mito griego de Tithonus, quien pide a los dioses vivir eternamente; o el mismo Oscar Wilde a finales del XIX, que a través de su novela El retrato de Dorian Gray nos presenta a un protagonista que vende su alma al diablo a cambio de la eterna juventud.

El desafío no es nuevo. Sin embargo en las últimas décadas sí asistimos a un nuevo planteamiento que pretende establecer un lógico distanciamiento entre el mito y la realidad, entre lo fantástico y lo posible. Se trata del momento en que la ciencia comienza a interesarse por el envejecimiento; es a partir de los años 70 cuando se dispara el número de publicaciones científicas que abordan el proceso del envejecimiento y en los últimos quince años cuando los conocimientos comienzan a trasladarse a la práctica médica. De esta forma nació la Medicina de la Longevidad o Medicina Antienvejecimiento. Mientras la Medicina y Cirugía Estética inciden en la reparación de los efectos exteriores del paso de los años, la Medicina Antienvejecimiento se ocupa de subsanar los efectos metabólicos y funcionales internos responsables del mismo.

XNUMEROSOSx estudios aseguran que en un futuro próximo podremos encontrar longevos de 110 o 115 años. La población de más de 65 años crece a un ritmo de 2,5% anual en los países desarrollados. Sin embargo, produce vértigo pensar que la esperanza de vida se prolongue si no nos planteamos en qué condiciones, pues más importante que el crecimiento en las expectativas de vida es la calidad con que esos años se vivan, es decir, el grado de bienestar físico y psíquico que atesoremos. Y es ahí donde cobra protagonismo la Medicina Antienvejecimiento, una disciplina que se ocupa del proceso que lleva al organismo desde la madurez a la senectud para retrasar en lo posible los efectos del envejecimiento y minimizar sus consecuencias.

Surgen entonces algunas preguntas: ¿cómo es posible retrasar el envejecimiento?, ¿qué determina que unas personas sean más longevas que otras? La degeneración en las células, que comienza en la madurez, viene determinada por factores genéticos y ambientales. Sobre los genéticos, descritos en el ADN de cada persona, hoy por hoy no es posible actuar, pero sobre estos factores genéticos inciden otros: los ambientales o adquiridos, sobre los que sí pueden adoptarse determinadas pautas para atenuar o ralentizar el envejecimiento. Para conocer el grado de envejecimiento de cada persona, y de qué forma se puede incidir en él, es necesario determinar la composición corporal y estado nutricional, así como el estado funcional de los distintos aparatos y sistemas; valorar sus funciones cognitivas y capacidades intelectuales, y la evaluación de una serie de parámetros bioquímicos que indican el nivel de oxidación del medio interno. Conociendo esas características se puede poner en marcha un plan de actuación para corregir las deficiencias observadas.

El grado de concienciación sobre nuestro aspecto exterior y la imagen positiva que queremos mostrar parece en la actualidad algo interiorizado socialmente. Las posibilidades de mejora estética y funcional que aportan la Implantología y la Medicina y Cirugía Estética son sobradamente conocidas y demandadas. Sin embargo es necesario dar un paso más. Es el momento de que tanto los científicos y profesionales que nos dedicamos a la Medicina Antienvejecimiento sepamos difundir (y los medios de comunicación transmitir alejados de cualquier banalización) los beneficios de la misma en su dimensión a la vez socio-económica y personal. No se trata de añadir años a la vida, sino de proporcionar calidad de vida a esos años, como equilibrio físico, psíquico e intelectual, que nos permita una permanencia activa y participativa en la sociedad lo más prolongada posible.

*Médico especialistas en

Cirugía Oral y Maxilofacial