Dice el octogenario escritor don Eliseo García que las ideologías políticas opuestas terminan aproximándose cuando caen en la radicalidad extrema, de manera que un activista compulsivo de extrema derecha y uno de extrema izquierda, si no se significaran con sus característicos símbolos, consignas y ropajes, se confundirían ante los ojos de sus conciudadanos. El fanatismo, la intolerancia y la imposición de doctrinas por la vía de la fuerza, es algo común en las ideologías extremas de cualquier inclinación. La cuestión es que en ese intento de las ideologías extremas de repelerse caen en el acercamiento, y así, los denominados antisistema, ultraderechas, ultra izquierda o neofascistas, terminan siendo los mismos personajes vestidos de distinto color.

Don Eliseo ilustra su reflexión refiriéndome que en su bloque residen dos jóvenes cuyas ideologías, bien significadas en sus indumentarias, son dispares. Uno vive en el séptimo piso y es antisistema de izquierda radical; el otro habita un sexto, y alardea de ser ultra neofascista. Cuenta el viejo escritor que un día tomó el ascensor en su quinto piso y coincidió en el reducido habitáculo en el viaje hasta la planta baja con susodichos vecinos. Se dio el hombre a hurgar con su pensamiento en el pensamiento de los dos jóvenes rivales, e imaginó lo que en ese momento pasaba por sus cabezas.

El anti de izquierda radical, seguramente pensaría: "Hombre, el viejo escritor republicano. Mira qué pinta de aburguesado lleva. Dicen en el partido que hace tiempo estuvo afiliado a un partido comunista, y ahora escribe artículos condescendientes con la monarquía y esta democracia capitalista que nos ha invadido. Menudo facha". El neo de ultraderecha, pensaría: "Hombre el viejo rojo. Dice mi padre que el Régimen lo tuvo en la cárcel muchos años por maqui y comunista de mierda. Basta leer esos artículos bolcheviques que escribe. En la cárcel debería seguir".

Cuando las puertas del ascensor se abrieron de nuevo, don Eliseo les dijo a los jóvenes al salir: "Y vosotros dos, con lo jóvenes que sois, habéis dejado en el ascensor el mismo perfume rancio". Por si acaso.

*Pintor