Lo siento de corazón, y créanme, no es ni por criticar ni por desmerecer a quien se sienta aludido o aludida, la comunidad autónoma, ni por alagar a quién se de por alagado o alagada, la comunidad autónoma, pero la Educación en nuestro querido país, que desde que Pablo Iglesias lo incluyera en este tiempo de crisis se puede hablar de patriotismo sin ser tachado de facha, es un descontrol absoluto, sin orden ni concierto y los aciertos y errores son más propios de cada comunidad que del Estado, sobre todo si no ejerce y más aún si no se quiere ejercer.

Lo que tiene un sistema educativo es que debiera ser común a todos los alumnos, por eso las leyes orgánicas educativas salen en BOE y no en DOE; por eso los requisitos para promocionar y titular salen genéricamente en BOE, aunque después salgan en DOE dentro de los límites marcados con anterioridad. Cada comunidad educativa marca un calendario escolar distinto, cierto, pero bajo el paraguas de una norma estatal básica. Nadie puede alargar un curso escolar ni recortarlo más allá de lo previamente establecido, es ilegal y estaría fuera del sistema. Otra cosa son guarderías donde llevar al alumnado en los meses estivales, que si alguno o alguna comunidad autónoma quiere enmascarar como refuerzo educativo está en su derecho, pero consciente que es fuera del sistema y que no contribuye necesariamente a compensar desigualdades, pues su asistencia es voluntaria y por tanto a discreción del consumidor, que puede ser el alumno o las familias y entonces el carácter no es educacional o formador, es asistencial.

Pero más grave aún es el desconcierto de las evaluaciones, promociones y titulaciones en un sistema donde supuestamente el currículo es el mismo para todas las etapas. No se puede dejar al libre albedrío de las distintas comunidades autónomas ni un supuesto aprobado general en unas, ni unos criterios de evaluación distintos en otras, ni una interpretación en las de más allá. Los criterios deben ser comunes a todas las comunidades autónomas y debe ser bajo una norma única básica, que dependería del Ministerio de Educación, que sería su obligación, así como debiera ser de obligado cumplimiento para todas y cada una de las autonomías.

Ahora, si me preguntan por la actitud tomada por nuestra Consejería de Educación, creo ha acertado en cuanto a promoción y titulación, pues finalmente será el equipo docente quién asegure categóricamente que el alumno sería incapaz de aprovechar la promoción o no continuar los estudios en caso de la titulación, atendiendo a esta excepcionalidad a la que nos ha llevado el confinamieno y sin garantías de equidad e igualdad educativa.

No comparto, sin embargo la posibilidad de refuerzo en julio, que considero un despropósito para el alumnado y para el profesorado, pues éstos han seguido y siguen con mucho esfuerzo cumpliendo con el curso académico.

Repito, aunque algunas comunidades acierten y otras no, siempre será bajo mi criterio. Los errores y aciertos en un sistema educativo no pueden depender de cada comunidad, pues no sería un sistema, más bien un antisistema.

*Maestro.