El error, al menos en este país, tiene distintos tratamientos en función del apellido que lo acompañe. Personalmente, creo que el error, la equivocación, la metedura de pata, lo es sin más y hay que asumirla. Sin embargo, hay quienes se parapetan en distintos adjetivos para disimular. Por ejemplo, existe el error informático . Ese sirve para camuflar todo tipo de puñaladas traperas al ciudadano. Parece que cuando hay un error de este tipo todo es perdonable. Y lo curioso es que siempre beneficia a la administración, nunca al administrado. Está también el error humano , entonces todo el peso de la ley cae sobre el funcionario o la persona, condenándola al ostracismo. Está también el error de apreciación . Este es uno de los más curiosos porque es error o acierto en función de quien valore el asunto. También está el error de bulto , aunque en este caso es tan grande que no puede ocultarse. Igualmente, el error también puede ser de cálculo . Tal y como estamos de nivel general en matemáticas no me extraña que sea uno de los más cometidos. El peor de todos es el craso error . Se trata del error indisculpable. Este siempre lo cometen los demás, nunca uno mismo. Es interesante cómo hay auténticos profesionales del error. Son esos tipos a los que nadie les encarga nada en las oficinas porque claro "¡es tan despistado!"... Además, hay expertos en hacer ver los errores propios como equivocaciones ajenas y lo poco que hacen en algo importantísimo. Esos sí que son los peligrosos. Los que practican este innoble arte son los llamados 'trepas'. Ay, Dios mío, cuántos errores y cuánto nos cuesta reconocerlos. Refrán: Por sostener el error, se cae en otro mayor.