Situada en Siria, también ciudadela y museo Patrimonio de la Humanidad desde 1986, árabe y próspera siglos antes de Cristo, sale en los telediarios por la mañana y por la noche entre noticias de ofertas, colchones, salvaslips y gama de coches híbridos.

Sale y entra con sus bombazos y disparos cayendo sobre casas que ahora son escombros que luego serán polvo beige como el del final de los veranos.

Las cifras de sus muertos, adultos, niños, médicos, profesores, mujeres, soldados o civiles aumentan y los telediarios buena cuenta dan de ello.

El mundo, el nuestro, calla porque tiene el derecho a ser informado, porque se tiene el deber de ofrecer información.

Alepo agoniza y muere en cualquier momento, sitio y día de la semana, mes y año siguiente. No pertenece a ninguna otra galaxia. Está en Siria, Asia occidental, y llegamos a saber de memoria que la capital era Damasco en el instituto.

El invierno en Alepo será lúgubre, pero la hierba de color claro, brotará.