Ya decía Borges que él se sentía más orgulloso de las cosas que leía que de las que escribía, y el mensaje claro y evidente que se desprende de esta afirmación es que el que quiera dedicarse a escribir, debe ser primero un verdadero aficionado a la lectura, y a la lectura de todo tipo que pueda caer en tus manos. Todo, absolutamente todo, te reportará información útil que te ayudará a contrastar para poder, después, alimentar, completar y enriquecer tu propio criterio y una opinión más certera. Recuerdo siempre las palabras de un amigo de hace años que decía que había que leer hasta los prospectos de los medicamentos, aunque, si los leías muy atentamente, difícilmente te atrevieras a tomarte lo que el galeno te había prescrito.

Del mismo modo, quien quiera dedicarse a la cocina y convertirse en un gran chef, tiene que aprender primero a saborear, degustar, y disfrutar de la comida, sacando el mayor partido a la gran variedad de productos que, en cualquier restaurante están a disposición de clientes y comensales. Nunca podrá un gran chef dar un perfecto toque a una carne asada, si solamente se ha dedicado a degustar las ensaladas de pepino, tomate y lombardas, y no le interesa la carne para nada. ¿Cómo va a dar un buen gusto y cocinar un buen ‘bacalao a la teja’, si no tiene ni ha tenido nunca un buen paladar para, primero, degustarlo, disfrutarlo y después cocinarlo?

Yo no estoy de acuerdo con el dicho del refranero que dice que «no pidas a quien pidió, ni sirvas a quien sirvió», porque, si bien es verdad que un cambio en la fortuna y modo de vivir de alguien a mejor, puede convertirle en una especie de tirano con los demás desde su nueva posición, no es menos cierto que un criado que fue bueno cuando sirvió, ante el cambio de su fortuna, seguro que será mejor y será un buen amo, porque antes de mandar supo servir.

Y ¿no sabrá guiar un inspector y aconsejar mejor en su labor a un director, si previamente ese inspector ha ejercido la función de director? De igual manera un director dirigirá y comprenderá mejor la labor de un profesor si antes de ser director ha tenido también experiencia como enseñante. Antes de enseñar, por tanto, se debe haber aprendido, y hay que aprender diariamente a través, entre otras cosas, de una fina y exquisita observación.

Yo aprendo cada día de lo que leo, de lo que oigo, escucho y de lo que veo, y ello me ayuda a crear un criterio propio y unas pautas personales de actuación. Esta semana, por ejemplo, he sido testigo y he aprendido cómo un grupo de personas bastante numeroso, procedente de una parte de nuestro país, ha dado la mayor lección y prueba de insolidaridad que alguien pudiera dar. Han tomado la región catalana como si fuera solamente suya, obviando el derecho que tenemos todos a que nos pertenezca también, igual que las demás les pertenecen a ellos.

He observado cómo un grupo de estudiantes que exigen libertad se la quitaban a otro grupo cuando les impedían entrar en las aulas para aprender, muchos obedeciendo, desgraciadamente la voz de algunos de sus profesores, e incluso rectores. He sido testigo, con gran pena, de la contemplación de una universidad que abandonaba la libertad como pilar fundamental donde asentar sus bases pedagógicas.

He aprendido que un mal líder puede, a través de las falsas expectativas que crea y reparte entre su gente, generar conflictos y pobreza en lugar de bienestar y riqueza. He aprendido también que Quim Torra casi ha hecho bueno a Arthur Mas por ser incluso peor que Puigdemont. Son líderes que nunca aprendieron a ser buenos políticos, esos verdaderos hombres de estado que se preocupan de la prosperidad de su gente, en lugar de enseñar a levantar muros ridículos y fronteras inexistentes entre ellos.

*Exdirector del IES Ágora de Cáceres.