Autor teatral

A la vejez, viruela. Toda la vida huyendo de los apuntes y hoy me pirro por ellos. Supongo que la existencia no es un monotema y en la variedad de apuntar están los registros de acusar, mostrar, amar, odiar, admirar... Mi vecina Monse --ya saben, la de los guisos divinos-- por fin me ha leído, y hoy se pasea por los descansillos y escaleras de la comunidad como una simbiosis soberbia y apimentada de Ferrán Adriá y Arguiñano. Yo la inmortalizo y ella se pavonea, pero sin rendirme pleitesía y presentes, como un taperwei suculento de su desparpajo con los pucheros. De desagradecidas... Javier Fernández de Molina cumplió años el lunes. Javier es pintor de brocha tan exquisita, que sus retazos bien pudieran estar en una tela. Y es tanta sabiduría de color y retazos, que la brocha del De Molina empaña museos y galerías, salones y recámaras, para olvidarnos de las ordinarieces de los días y parapetarnos de lo poco que nos queda de arte. Todos encantados de su cumpleaños: sobre todo porque los cumplía él, mientras el resto de la concurrencia se desgañitaba por disimular sus arrugas entonando un cumpleaños feliz. Que tire la primera piedra quien esté libre de años.

Nacho Sánchez Amor me enmienda la plana a propósito de Apuntes de Existencia I. Que no, Juan, que el presidente nunca dijo lo de adoptar los homosexuales, sino de acoger... acoger . Humildemente pido perdón, más por las formas que por la esencia. Adoptar y acoger son dos infinitivos, que de buena voluntad se conjugan como amar; como entrega de por vida, para apuntalar a la otra vida deseada.

Se celebró el día contra la violencia de género. Así y de pronto no se sabe contra qué género. Son la equivocación directa del sabio lenguaje, que crea eufemismos para no llamar al pan, pan y al cabrón, hijo de puta. La violencia de género no es más que setenta y siete mujeres muertas porque su género es femenino. Escribí hace tiempo en este periódico una diarrea que se titulaba A por ellos . Pues más de lo mismo: a por ellos que son muchos y cobardes, tan sucios de alma y posesión que dictan su miserable sentencia cuando ven cómo se les insumisa la burra-esclava. Apunto en mi apartado de ascos la terrible confesión de una hostiada de género: Si quería un potito para mi hijo, me tenía que acostar con él . Aunque previamente, la hubiera puesto a patadas mirándola al Canal de Suez. Reapunto que un psicólogo apuntaba que detrás de su mala conciencia, lo normal es que el maltratador buscara el suicidio: lo chungo es que casi todos equivocan tan lamentablemente el tiro, que se quedan vivitos y coleando, y no por arrepentimiento, sino por no mostrar que los gayumbos limpios de palominos --por la finada, claro-- y la perfecta raya del pantalón están manchadas de por vida por la génera que se han acabado de cargar. ¡A por ellos!

En este país --o lo que sea--, sueño de Isabel la Católica, fumar porros no influye en el trabajo. ¡Pero si es que somos moros hasta en los pinchos morunos! La venganza de Boabdil, cuando lo echaron por llorar como mujer y no ponerles un par como hombre, fue dejarnos el costo y las pateras. Nadie en su sano juicio hubiera dejado Granada sin una amenaza como debe de ser. Pero aviso a navegantes: un porrito después de comer, y no ponerse ciego encima del andamio. La jurisprudencia es una cosa, el vicio y la sinrazón, otra. Tengo apuntes de repuntes para escribir este periódico entero. Pero ustedes no tienen la culpa.

PD: Encantado de que mi amada nodriza Cáceres pudiera ser capital de la cultura. Cuenten con este humilde apoyo. Y el de todos los extremeños. ¡Faltaría más!