WAwrgentina celebró con dolor y controversia el 30 aniversario del golpe militar que el 24 de marzo de 1976 derrocó a la presidenta constitucional, Isabel Martínez de Perón, e instauró una dictadura atroz que duró siete años y que sólo cayó por la derrota militar en la guerra de las Malvinas del año 1982. El dolor se resume en la consigna del nunca más y en la memoria de 30.000 muertos y desaparecidos de la "represión antisubversiva", las víctimas de crímenes horrendos ante el letargo de la sociedad civil.

La controversia se alimenta por la decisión del presidente, Néstor Kirchner, de declarar festivo el aniversario, un día marcado por la infamia, por la ausencia de autocrítica de los responsables civiles y por la pervivencia de la gracia que el expresidente Carlos Menem regaló en 1989 y 1990 a los altos mandos militares condenados en 1985 por crímenes de lesa humanidad.

En vez de anular por decreto los indultos, Kirchner exhortó a la justicia a que lo haga. Es una dolorosa demora. Pero la memoria histórica y la asunción de responsabilidades son requisitos indispensables para que la democracia y concordia argentinas avancen sin obstáculos hacia el futuro.