La profundidad de la crisis económica que sacude al mundo está dejando en segundo término, en la agenda de los dirigentes, uno de los grandes desafíos de la Tierra: el cambio climático.

Es lógico que la recesión y su secuela de paro y empobrecimiento ocupen el primer lugar en el orden de prioridades de quienes gobiernan el planeta en el ámbito político.

Pero aparcar la resolución de los problemas medioambientales a la espera de tiempos mejores no es procedente: el panorama es lo suficientemente grave como para que la simple inacción sea sinónimo de agravamiento día a día.

La pasividad por falta de consenso es la mayor amenaza que se cierne sobre una cita clave para el medioambiente, la 15º Convención Marco de la ONU sobre el Cambio Climático, que se celebrará en diciembre en Copenhague y de la que debe surgir un nuevo compromiso planetario que sustituya al histórico protocolo de Kioto --que data de 1997-- e incrementar el combate contra el calentamiento global.

La cita tiene la singularidad de que sus resoluciones deben ser tomadas por unanimidad, lo que, si bien obliga al compromiso a todos los países, conlleva que se rebajen los planteamientos más ambiciosos en aras del consenso.

La próxima semana será clave para empezar a definir las posiciones. Por una parte, el G-20 --los países ricos y los emergentes-- intentarán un mensaje común en la cumbre de Pittsburgh.

La Unión Europea acudirá con una propuesta de cifras concretas: los países en vías de desarrollo necesitarán entre 5.000 millones y 7.000 millones de euros anuales de financiación pública internacional durante los próximos tres años como compensación por los perjuicios que a sus débiles economías les cause el recorte de emisiones. Y a partir del 2020, con objetivos más amplios, la ayuda deberá ser de 100.000 millones anuales.

Estados Unidos, que tiene un papel central en casi todos los asuntos de alcance mundial, también debe tenerlo en este. El presidente Barack Obama inició su mandato presidencial con un claro reconocimiento de que EEUU, como país que lleva más años contaminando, y con más intensidad, tiene mayores responsabilidades y más obligaciones a la hora de frenar el deterioro medioambiental. Se espera que el inquilino de la Casa Blanca reitere mañana ese compromiso ante la ONU. No solo es necesario para la viabilidad del planeta, sino imprescindible para ayudar a superar la crisis.