Desde que Rusia consiguió recuperar poder político mediante el control de los yacimientos de gas que abastecían, además de sus antiguos países satélites, a buena parte de sus vecinos de la Unión Europea, el modelo de usar la energía ante los países más poderosos ha hecho fortuna.

El ejemplo más inmediato para entender esta situación no viene de la Europa del Este, sino del Sur: el otro gran proveedor de gas para los países del continente europeo se encuentra en Argelia, a través de la gran red de suministro creada hace dos décadas y que ahora vuelve a ser sujeto de una intensa negociación.

Por un lado, los gobiernos de España y Argelia han de fijar las cuotas de participación en la construcción de un nuevo ramal de conducción de gas entre ambos países, el proyecto Medgaz. Y por otro, la principal compañía gasística española, Gas Natural, dominante en el mercado local, está litigando con el Gobierno de Argel los precios del suministro para los próximos años, que le proporciona la empresa pública argelina Sonatrach.

No hay información esclarecedora sobre la marcha de esta complicada negociación, que va a marcar la política energética española durante los próximos años, pero inicialmente la opción planteada por el Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero --a través del ministro de Industria y Energía, Joan Clos-- ha sido la de ceder ante las autoridades argelinas en el control accionarial en Medgaz, donde puede tener un derecho de veto en la estrategia de sus inversiones, a cambio de que haya una mayor presencia de capital español en la compañía --presumiblemente Gas Natural, aunque esta no es muy receptiva a la propuesta--.

Otra concesión española sería la de permitir que la empresa pública argelina Sonatrach pudiera vender directamente una parte de su gas en el mercado español. ¿Cuánto sería su volumen de negocio? También está por concretar, porque a nadie se le escapa que quien tiene exclusividad de un producto puede alterar los precios al por menor si no se le limita su acceso al mercado.

A todas estas incertidumbres ya planetadas hay que añadir que la Comisión Nacional de la Energía ha alertado sobre los riesgos de permitir un excesivo protagonismo del Gobierno argelino en las vías de transporte, distribución y comercialización del gas procedente del Magreb. Así lo hacen Francia e Italia.

España es la puerta de entrada del gas argelino a Europa y debería ser modélica en sus leyes para el abastecimiento. Sin embargo no es así. Se echa en falta mayor coordinación entre las carteras ministeriales de Industria y de Asuntos Exteriores (que se cuida de la importante cuestión del Sáhara), y tampoco se ve la cooperación entre los sectores público y privado españoles.