Se acerca del 1 de Mayo, Día del Trabajo. Yo también soy joven arquitecto , pero no de esos que viven a lo grande y salen en las revistas. Al menos de momento, eso son cuentos de hadas. La verdadera realidad de los jóvenes --y no tan jóvenes-- arquitectos en España es otra.

En la mayoría de despachos o estudios (y es sorprendente que Trabajo no haga inspecciones), no se hace contrato de ningún tipo. O se paga en dinero negro, o bien se trabaja como colaborador freelance autónomo . Este tipo de relación profesional puede parecer atractiva en un primer momento, pero es ruinosa. La supuesta flexibilidad laboral no es tal ya que la mayoría de despachos exigen jornada completa presencial. Cobrando un montante bruto que nunca llega a los 20.000 euros, lo que descontando lo que se paga como autónomo (3.000 euros) y 15% de IRPF se quedan en menos de 14.000 euros al año netos, con jornada completa y dedicación exclusiva.

¿Vacaciones pagadas?, ¿pagas extra?, ¿indemnizaciones por despido?, ¿paro?, todavía se está riendo mi primer jefe. Se trabaja de manera precaria, e incluso ilegal, ya que cuando estás dado de alta como autónomo no se puede facturar el 100% de la facturación mensual a una única sociedad. Vamos, que ni siquiera se cumple el recién estrenado Estatuto del Trabajador Autónomo.

Todo ello con el silencio cómplice de agrupaciones profesionales (como los Colegios de Arquitectos) que siguen anquilosadas en el pasado, defendiendo los supuestos privilegios de un colectivo cuya nueva mayoría no tiene asegurados ni los derechos más mínimos. ¿Derecho a huelga? "Pues mire, mañana usted no vuelva".

Si alguien todavía cree que merece la pena estudiar 6-8-10 años una carrera y renunciar a otras muchas cosas, para estar con 35-40 años cobrando 14.000 euros al año, sin ninguna garantía o prestación, no está en su sano juicio. Es evidente que muchos en mi situación prefieren callar y no denunciar estas humillantes condiciones de trabajo, pero yo no. ¡Hoy, yo denuncio!

Ernesto Tello Hernández **

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