TLtas mujeres asesinadas a manos de quien las quiere , apuñaladas, a golpes, abrasadas, agotadas por la tristeza, etcétera, alcanzan cifras que, lejos de ahogarnos, nos permiten seguir viviendo de manera sosegada, a la vista, por lo menos, del grado de preocupación, cero , que reflejan las grandes encuestas de los grandes analizadores de situación.

A las sociedad española no le preocupa que cien mujeres al año, desaparezcan asesinadas por hombres machistas que actúan, viven y en definitiva son, violentos terroristas, que lejos de esconderse, ejercen como tales con el saludo y la complacencia de sus vecinos, familiares, compañeros de trabajo y demás españoles que siguen creyendo que matar a la esposa, a la novia, a los hijos, es una cuestión de puertas adentro , asuntos de familia , españoles bienpensantes que, como mucho, se cruzan de acera cuando se les acerca aquel que propinó una paliza espantosa a su mujer la noche anterior, mientras él y su querida familia estaban viendo gran hermano y los ruidos de aquella discusión familiar tras el tabique de su coqueto salón provocó que tuviera que subirle el volumen al aparato.

La conmemoración de este día, que no las cien mujeres de media que desaparecen en nuestro país al año, facilitan, en determinadas fechas, un incremento de atención en los medios que, a veces, demasiadas, desemboca en el amarillismo más descarnado, y lejos de favorecer un acercamiento de la ciudadanía al problema real y a sus posibles vías de solución, origina contradicciones, debates, comentarios y artículos, en los que se habla de casi todo, menos de la gravedad de un tipo de violencia sistemática que no solo siega tantas vidas, sino que afecta en lo más profundo a una sociedad que continúa sin mirar hacia su interior y que por lo mismo estará condenada a repetir las mismas infamias un día y otro y otro también, eso sí, frente a un televisor que le devuelve, recreadas , acciones terribles que a la postre no dejan de parecer otro reality más.

La mejor forma de huir de una realidad incómoda es comenzar a ronronear en torno a ella, que si mucho cacarean las mujeres, que si los jueces están a su disposición, que si la igualdad es imposible, que si las mujeres lo que en realidad quieren es tener hijos y quedarse en casa, que si cuando hay divorcio se quedan con la casa, con los hijos y encima les tienen que pasar una pensión, que si es que van como van, que cómo no la iban a violar si es que lo va pidiendo a gritos, que qué es eso de una ley que proteja a las mujeres, y a los hombres ¿quién nos protege? , bla, bla, bla... y mientras, una mujer, y otra y otra y otra, recibe golpes y golpes hasta que llega el último y no se nos cae la cara de vergüenza.

La libertad, el logro de derechos, el no deber explicaciones, parece que se paga con la muerte.

En nombre de los hijos sanos de una sociedad enferma, o ponemos coto a esto o arrieritos somos .

*Vocal de la Asociación de Mujeres Progresistas de Badajoz