Imaginas una sala de exposiciones en la que se presenta una colección de fotografías. Entras y echas un vistazo desde la distancia al conjunto de las fotos. Te muestran escenas urbanas cotidianas: personas entre personas por calles de la Habana; un taxista de Barcelona espera de pie, apoyado en su taxi, la demanda de algún cliente; una prostituta enciende un cigarrillo en una calle de Madrid; un hombre muy joven empuja un cochecito de bebé con dos niños idénticos; una mujer anciana algo desaliñada leyendo un periódico sentada en un banco cercano a un moderno rascacielos. En fin, fotos todas bastante sugerentes. Te acercas a la primera y…¡oh, sorpresa!, no es una foto es una pintura realizada al óleo sobre la misma pared. Incluso la cartela del título está pintada con un realismo sorprendente. Pasas a ver la fotografía siguiente, y lo mismo. Y la siguiente igual. Pero la sorpresa es mayor cuando descubres que extintores, enchufes e interruptores de luz y rejillas de aire no existen físicamente, también están pintados, con riguroso realismo. En realidad no hay nada en la sala que no esté pintado, pero el visitante no lo descubre de inmediato, sino al fijarse detenidamente en cualquier fotografía u objeto que contiene la habitación. Determinas que es la mejor exposición hiperrealista que has visto en tu vida. Ya no por la destreza pictórica con la que el autor ha conseguido copiar en la pared fotografías tomadas por él mismo, sino por esa manera tan extraordinaria de presentarlas. Y por supuesto, por el contenido visual de cada obra.

El hiperrealismo puede llegar a ser vacuo si su único objetivo es copiar con exactitud una insulsa fotografía. Sin embargo, muchas personas supeditan el valor artístico de una obra a su representación de la realidad.

Claro, que en el otro extremo de la transversalidad artística nos encontramos con obras y acciones que se escapan de nuestro entendimiento. No porque se alejen de un contexto visual realista, sino porque se acercan a lo inconcebible y absurdo, que ni siquiera el propio autor sabe descifrar.

Y es que últimamente el arte a veces se utiliza para encubrir la mediocridad.

*Pintor.