Confieso que no sé sacar partido a mi teléfono móvil. La tecnología siempre la he entendido como una herramienta de trabajo, pero últimamente las aplicaciones de estos artilugios son impresionantes. En EEUU --que se supone que están más avanzados que aquí-- el smartphone se utiliza para conocer gente nueva. Las agencias matrimoniales son ya arqueología. Ahora existe una aplicación llamada Tinder que ya ha generado en 75 millones de citas, aunque sólo 50 han acabado en boda, lo cual es muy revelador de los fines lúbricos con los que se emplea. Simplemente hay que tener un perfil en Facebook y elegir un radio de acción. Entonces aparecen una serie de fotografías de usuarios que cumplen los requisitos. Si tanto el demandante como el demandado ponen un 'I like' en sus respectivas imágenes, éstas, que eran anónimas, revelan la identidad. También existe la opción 'Matchmaker' que permite hacer de celestina a un usuario y presentar a dos que no se conozcan. Otra interesante aplicación es Bang With Friends, que te desvela a qué usuarios les gustaría tener una aventura contigo y no se hace visible el nombre a no ser que el interés sea correspondido. Hay portales especializados en formar parejas duraderas como Match.com, eHarmony, Zoosk o Let's Date. También hay apps para el colectivo gay, como Grindr o Mister.

Yo por lo pronto me voy a poner a dar un curso intensivo este verano de manejo de móvil, porque está visto que hay quien obtiene de la tecnología su máximo provecho y otros de no. Soy un zoquete integral. Refrán: Seducimos valiéndonos de mentiras y pretendemos ser amados por nosotros mismos.