WEwl presidente de la Asamblea de Extremadura, Federico Suárez , ha presentado a los grupos parlamentarios un borrador de reforma del reglamento de la Cámara con la intención, según ha dicho, de convertirla en "el eje de la vida política". Suárez ha empeñado en esta tarea su crédito, puesto que ha manifestado que considerará su paso por la Presidencia del Legislativo extremeño un fracaso si no consigue su objetivo. El reglamento de la Asamblea es el mismo que había en el 83, cuando se aprobó el Estatuto de Autonomía; no ha cambiado, por tanto, nunca y tal vez la primera consideración que habría que hacer ante la reforma que se pretende es la de por qué no ha habido ningún cambio sustancial hasta ahora, cuando se celebra el 22 aniversario de la Cámara y han transcurrido desde entonces casi seis legislaturas. La segunda consideración se deriva de la primera: la modificación del reglamento es pertinente y lo es más en el sentido que pretende darle el presidente: convertirla en eje de la política. Para ello, Suárez ha manifestado la idea de que que el debate del Parlamento debería coincidir con el debate de la calle. En su literalidad, es una pretensión imposible de cumplir, puesto que la opinión pública es mucho más dinámica que la discusión parlamentaria, pero intentarlo tiene el valor de asumir que la Asamblea necesita mucha más agilidad de la que tiene ahora. Y en este sentido, tal vez tengan más importancia algunas de las reformas que Suárez ha puesto encima de la mesa y que han sido ensombrecidas por la ´propuesta estrella´ de incluir la posibilidad de que el presidente de la Cámara pueda someterse a una moción de censura. Así, esta iniciativa, aunque positiva por cuanto supone que el presidente del Legislativo debe estar sometido al escrutinio de la confianza de los diputados igual que el del Ejecutivo, se antoja más virtual que real en un sistema parlamentario que tiende al bipartidismo. Sin embargo, la no tan pregonada prevista capacidad del presidente de introducir asuntos para su debate sí puede constituir un motor que imprima agilidad y que haga que los ciudadanos miren a la Cámara porque en ella se está discutiendo de los asuntos que, de forma inmediata, les están preocupando. Pero eso va a depender más de la actitud del presidente que de sus prerrogativas. Es decir, en el propio Suárez, en este caso, y en el uso que haga de su capacidad va a recaer el que la Asamblea ejercite su músculo de foro de discusión. Es un camino, aun en un político avezado como el presidente, no exento de riesgos porque por muchas iniciativas que en pro del debate tome, la oposición siempre le pedirá más, en tanto que en sus propias filas aumentarán sus recelos si el presidente del parlamento --es decir, uno de los nuestros--, va por su cuenta.

Por otro lado, el que en el futuro se prevea algún tipo de sanción o de censura a los parlamentarios que no asistan a los órganos parlamentarios no cabe otra opinión que la de destacarlo. No se concibe que pidan la confianza de los ciudadanos y luego no correspondan trabajando por ellos.