WEwsta mañana se reúne el presidente de la Asamblea de Extremadura, Federico Suárez , con los presidentes de los tres grupos parlamentarios de la Cámara, Francisco Fuentes , Carlos Floriano y Teresa Rejas para tratar de reconducir la situación creada el pasado 26 de mayo como consecuencia de la bronca en que derivó la sesión plenaria, la expulsión de dos diputados del PP, la inmediata suspensión de la misma y la posterior y no interrumpida tensión entre los partidos. No es, por tanto, una reunión cualquiera, y lo que sería deseable --y exigible por parte de los ciudadanos a sus representantes-- es que los líderes parlamentarios fueran a ella no con cualquier espíritu, sino con el que se requiere para salvar situaciones de crisis. Cierto es que, a priori, los portavoces políticos no han dado lugar para la esperanza, porque desde la interrupción del pleno no ha habido ni una sola manifestación con voluntad de enfriar el desencuentro, pero es preciso que entiendan que lo que se está ventilando hoy no es quién lleva razón --será estéril el encuentro si se plantea con sentido de ajustar cuentas--, sino que no descarrile el sistema parlamentario en la región, un asunto que está muy por encima de los partidos, y para el que se necesitan políticos que estén a la altura del reto.