La banda criminal ETA actuó nuevamente ayer con la vileza de su trágica andadura en la sociedad española y que ha aguantado siempre, con extraordinaria dignidad y sentido del dolor, todos sus ataques. ETA ha apretado el gatillo asesino en Mallorca segando la vida de dos guardias civiles. El martes ya estuvo a punto de provocar una masacre en el cuartel de la Guardia Civil de Burgos, tratando de llevarse por delante la vida de decenas de agentes y familares. Los terroristas han forzado de nuevo, con su instinto criminal, el acelerador de su reto contra la sociedad española, en una escalada de violencia que, según los analistas, está generando una nueva situación de tensión e interrogantes.

Dos nuevos golpes, con dos guardias civiles muertos y decenas de heridos, cuyos dardos han impactado en uno de los ámbitos vitales de la sociedad y que llegan, con su implacable frialdad de la locura, al corazón de la diana social y política de España.

Un momento para la conjunción de las más profundas reflexiones políticas democráticas y que deben de servir para responder de modo conjunto y enérgico contra los terroristas.

El hacha y la serpiente del anagrama de ETA han revitalizado el filo sangrante del arma y el veneno del odio en la búsqueda desesperada de pretender desestabilizar la moral de la sociedad.

Las condenas contra los criminales etarras y sus brazos políticos, Batasuna, ANV o el PCTV, entre otros ejemplos, son un grito desgarrador ante una máquina salvaje de matar.

El reciente cambio en la gobernabilidad del País Vasco, con Patxi López como lendakari socialista, con el apoyo del PP, sustituyendo al PNV, que tantas vías de entendimiento procuraba para los terroristas, va generando grandes expectativas sociales y políticas no exentas de ímprobos esfuerzos.

Y eso duele en las filas etarras. El mapa de los criminales dispone hoy de una serie de escollos que la democracia trata de eliminar para que se acabe la agresión, chantaje y amenaza etarra y cuyos hilos de actuación se mueven en una amplia serie de dinámicas sociales ante los que los Gobiernos autonómico y español y la justicia tienen que saber hacer frente con la contundencia, ejemplaridad y la verdad que esperan todos los españoles.

¿Qué hay detrás de esta nueva etapa de violencia etarra, una organización cada día más dividida?