TPtuede y debe caminar España o un conjunto de estados federales españoles hacia una simetría territorial en su poblamiento. ¿Resulta social (o popular) pretender esta opción?

Prescindiendo, a conciencia, en principio, de la distribución autonómica de la generación de producto interior bruto, estimamos que la distribución de la población representa, además de la calibración de la situación y posición en el espacio de un vector humano esencial, el factor de oportunidad privado más la opción de mantenimiento público en el arracimamiento, concentración y progresión de la población en los diferentes territorios de nuestro Estado.

Una vez que, desde julio de 2002, ya contamos con las cifras definitivas del censo de población de 2001, podemos y debemos realizar el análisis de lo que ha supuesto el siglo XX en términos poblacionales y territoriales. Ello nos permitirá mostrar no sólo cuán distantes estamos de la simetría, sino cómo deberíamos potenciar territorios arrinconados en su relativo desierto humano. Según demuestran los índices de asociación geográfica de Florence, la distribución de la población por comunidades autónomas, después de transcurrido el siglo XX, el desarrollismo español y 25 años de democracia, se ha concentrado más de lo que aún estuviese a principios de siglo. Las comunidades autónomas perdedoras han sido, por este orden: Castilla-León, Galicia, Castilla-La Mancha y Extremadura (todas del interior o la periferia norte); mientras que las ganadoras han sido: Madrid, Cataluña, Canarias, el País Vasco y la Comunidad Valenciana. (en el centro y en el cuadrante nordeste peninsular, salvo el archipiélago canario).

Si quisiéramos dejar seguir operando al círculo vicioso consolidado que mantiene poblamientos escasos en estas comunidades autónomas, es sólo cuestión de repartir los fondos de solidaridad interterritorial en función del volumen relativo de población que estos territorios significan o con respecto al volumen relativo de producto interior bruto que generan; mientras que si queremos avanzar en el camino de la simetría, será cuestión de repartir por lo que han significado poblacionalmente a principios del siglo XX (en 1900), o aún más, por lo que suponen en términos de superficie.

Siguiendo estas directrices contrapuestas, en el caso de Extremadura, de 1.000 supuestos millones de euros a repartir por el Estado, le corresponderían 82,4 millones con el criterio de superficie; 47,4 millones, con el criterio de población de 1900 (la mitad que en el caso anterior); 25,9 millones con el criterio de población de 2001 (casi la mitad, de nuevo); y tan sólo 17,2 millones con el criterio de producto interior bruto. (casi cinco veces menos que con el primer criterio...).

No seamos inocentes y no sólo pretendamos y aboguemos por el control en la eficiencia del gasto y la inversión pública, sino también por los criterios que territorialmente nos permitan aprovechar el potencial de todos nuestros territorios autonómicos (o federados, ¿que más da?), para contar con un desarrollo más simétrico y armónico.

En el siglo XXI, sigue pendiente el desafío de conjugar la simetría y la armonización con el crecimiento, el desarrollo y la equidad.

*Profesor de la Uex