Soy voluntaria de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) y estoy disgustada porque últimamente vengo oyendo ciertos rumores negativos sobre el colectivo tan respetable y digno de la Unidad de Cuidados Paliativos de la asociación.

¡Qué pena!, porque los que hablan así es que no conocen la labor tan humana que viene realizando esta unidad; nada más y nada menos que quitar el dolor... ¿Se puede pedir más? ¿Se han parado a pensar los que tienen un enfermo en casa lleno de dolores... quejándose todo el día y la noche y tú impotente sin poder hacer nada?

Yo, sí lo sé, lo he vivido junto a mi marido que tenía cáncer de pulmón, y lo peor es para el enfermo porque los dolores son horribles, pero créanme para el que está a su lado día y noche también es duro... Pero un buen día, y bendigo a Dios por ello, nos mandaron de la Unidad de Cuidados Paliativos a dos personas estupendas, amables, humanas, de verdad no tengo palabras, desde aquí mi agradecimiento y cariño, pues nos cambió la vida; estas dos personas son don José Espinosa y Teresa Galea. No tenían prisa en irse, nos escucharon pero con la dulzura que nos trataron fue como un bálsamo, a mi marido le mandaron un tratamiento que empezó a mejorar, comía mejor, dormía, y claro al compás de él yo también descansaba... ¡ellos no pueden hacer milagros!, mi marido estaba en fase de enfermo terminal...

Pero lo que sí hacen es, que no sufran, y que los meses que les queden de vida lo vivan mejor, ¿se puede pedir más? Pues yo me descubro ante personas de esta calidad humana... Mi marido murió, sí, pero con una paz y sin sufrir, y entonces amigos me hice el propósito de entrar voluntaria en dicha asociación y ayudar lo que pudiera. Y no sabéis con el equipo que me encontré, es estupendo verles trabajar, nos dieron un curso en el hospital interesantísimo, a cargo de don José Espinosa, don Delfín Hernández que es el presidente de la AECC, el doctor Ricardo Carapeto, Inamaculada (coordinadora del voluntariado) Carmen (psicóloga) y gran persona, la verdad que no puedo mentarlos a todos pues son muchos los que trabajan con entusiasmo para esta causa, yo les digo que cuando salí del curso todavía tenía más ganas de colaborar, y así lo estoy haciendo...

Sólo pido a Dios que no desaparezca esta Unidad de Cuidados Paliativos, sólo merecen agradecimiento y cariño, nos se puede hablar mal de personas que lo dan todo por estos enfermos, que lo único que hacen es ayudar para que no sufran.

MARY DURAN. Cáceres