Los premios Príncipe de Asturias de este año merecen un reconocimiento singular a quienes los han seleccionado: en un año de tanta agitación mundial, el listado de galardonados es una decidida apuesta por la esperanza. Si Lula da Silva encarna la mayor apuesta por la renovación en Suramérica, dos veteranas de la denuncia de los abusos de poder como Susan Sontag y Fátima Mernissi aportan el mérito de la constancia individual en sus denuncias. Jürgen Habermas, el filósofo alemán tan sugestivo como controvertido, es una voz lúcida a la hora de cimentar el europeísmo. El complemento lo aporta el periodista polaco Ryszard Kapuscinski, excelente cronista de los excesos doctrinarios en toda Europa.

Más cercanos a la gente corriente son la creadora de Harry Potter J. K. Rowling, elegida --algo forzosamente-- en el apartado de Concordia, pero que en su obra reivindica determinados valores morales universales; y los organizadores del Tour de Francia, que, al ceder una parte de la retribución económica del premio a la asociación de las Víctimas del Terrorismo, han cerrado con más sensatez que sus delatores la polémica por el uso del euskera en una etapa de la pasada edición de la carrera ciclista.