9 de enero de 2016, Hospital Virgen del Puerto de Plasencia. Mi padre, con 86 años, se encuentra en urgencias, en un cama y con gotero. Todos los boxes ocupados y está "aparcado" en uno de los pasillos, como tres o cuatro pacientes más. Frente a él, hay cinco médicos que se afanan por ultimar informes, mientras las pantallas de los ordenadores cambian continuamente de documento, suena el "busca" o enfermeras que andan de chascarrillo en el mostrador principal y otras que no paran de moverse atendiendo la avalancha de pacientes, van dibujando ante mis ojos una situación como de "guerra apocalíptica". Mi padre totalmente adormilado, y esperando resultados de las pruebas, vomita, y es atendido en el "pasillo-box" por una enfermera resignada, y allí mismo le cambian las sábanas y su pijama (camisón abierto por la parte trasera) !denigrante! Me preguntaba, si estaba siendo testigo de un ataque bélico, !claro que no!. La gente agolpada en la sala de espera, camas en pasillos, falta de especialistas, de personal sanitario, y la necesidad de infraestructuras adecuadas, son el resultado de una gran irresponsabilidad política a nivel nacional y autonómico. ¿Cómo es posible que nos sigan atacando en nuestros derechos más esenciales? La investigación científica no interesa, mientras el pueblo sigue "sufriendo en silencio" la ampolla infectada por interés económico, bancario y político. No quiero, ni puedo, formar parte de este adiestramiento "aborregado", y suplico que se invierta en un digno servicio público sanitario.