La escultura que representa al vendedor de prensa, encarnado en la figura de la popular Leoncia, situada en la plaza de San Juan, ha vuelto a caer en manos de desaprensivos que sólo buscan hacer el mayor daño posible, aunque de sus acciones sólo logren vanagloriarse de sus excesos irracionales.

La escultura, que poco a poco se ha convertido en un signo de identidad de Cáceres para los miles de visitantes que llegan a la ciudad, ha sido dañada ante la indignación popular, que ve en esta imagen el mejor retrato de la gente sencilla y común.

La escultura ya fue reparada tras otro atentado al patrimonio y, en esta ocasión, incluso se ha arrancado de su lugar de privilegio. Leoncia estaba a pie de calle y eso entraña siempre un riesgo, pero durante estos años ha sabido granjearse el cariño de propios y extraños.

El vandalismo no cesa en Cáceres; a veces, con mechas que prenden los pastos y contenedores; y en ocasiones, coches estampados contra escaparates. La noche cacereña no puede convertirse en la cortina que esconde a unos impresentables que burlan la presencia policial y escapan a las investigaciones. Los actos vandálicos no pueden quedar impunes porque se alimenta de sus propias ´hazañas´.