Permítanme que no hable como diputada, que lo haga como militante del PP y como ciudadana extremeña. En una formación política podemos estar de acuerdo en muchas cosas y discrepar en otras. Pero donde no hay fisura es en el convencimiento de que la corrupción es una auténtica lacra.

Me repugna. Y si es gente de mi partido, el alma se me rompe en dos. Pero muchos compañeros de mi generación entramos en política para cambiar lo que está mal. Y seguiremos combatiendo lo que no es justo, ni moral, ni limpio.

Me duele que se tilde a todo un partido de corrupto. La corrupción no tiene su raíz en los partidos, sino en las personas. Poner etiquetas es nocivo. Reduce la realidad y la presenta como algo unívoco. El cliché es una fórmula sencilla para evitar el pensamiento libre.

Duele ver el nombre de muchos salpicado por la avaricia de unos pocos. Eso no es el Partido Popular. Lo son sus afiliados, simpatizantes, sus concejales, todos lo que se levantan cada día con la intención de crear una sociedad más justa e igualitaria.

Tenemos que alentar a los que dedican su tiempo a trabajar por el bien común. La corrupción es un mal que tenemos que expulsar de la vida pública. Por desgracia, ha afectado a todos los que han ostentado el poder, incluso a los que todavía no lo han hecho. Ningún partido es infalible. La política la hacen personas, no robots programados.

Creo en el PP que en cuatro años ha impulsado más de 70 medidas para prevenir, perseguir y sancionar la corrupción: la ley de financiación de partidos, ley de transparencia, acceso a la información pública y buen gobierno, medidas contra el fraude fiscal, limitación de sueldos e indemnizaciones de responsables de empresas públicas ley orgánica de control de la actividad económica y financiera de los partidos, ley reguladora de altos cargos y la reforma de ley de prevención de blanqueo de capitales.

Es preciso avanzar y hacerlo con contundencia dentro de los partidos. Como es preciso reconocer el esfuerzo de los que están en política dando lo mejor de sí mismos por el bien de sus vecinos. Reivindico la política como servicio público.