En cada uno de los españoles hay un Valle Inclán enano proclamando que España es una deformación grotesca de la civilización europea. Y una está ya harta de que duela nuestro país cuando tiene méritos para alegrarnos. Nos enfurece que un periodista inglés se burle de nuestros tacos en lugar de reivindicar que el español está para usarlo, pero paradójicamente, aceptamos acusaciones falsas o exageradas. Es lo que tiene ese complejo grabado en nuestro imaginario colectivo por lustros de dictadura que todavía estamos intentando hacernos perdonar.

Últimamente, la opinión pública, vencida o convencida por acusaciones de franquismo redivivo orquestadas por Puigdemont y su cuadrilla, jalea irresponsablemente que la libertad de expresión corre peligro. Así, tres recientes actos torpes de censura, exageradamente aireados, han favorecido esta mentira.

Muchas cosas deben cambiar, pero ya vale de acusaciones de censura y autocensura. Deploro la primera, pero a propósito de la otra he concluido que muy a menudo, no es más que lo que en mi colegio, catalán por cierto, se denominaba dominio propio. Y que en ocasiones, bastantes personajes públicos, catalanes por cierto, harían bien en aplicársela, por respeto a sus obligaciones y para no utilizar su cargo institucional de modo partidista.

Más de uno me tildará de hereje, pero no se escandalicen y trasládense a otro país y a otro dirigente. No me negarán que nada malo sería que en la cuna de las libertades, donde podrán reírse mucho de Trump, pero nada cambia, el personaje se aplicara la autocensura con generosidad. Pues hay algo muy perverso en que se pueda afirmar impunemente que si hubiese habido un profesor «adepto a las armas de fuego, podría haber terminado con el ataque rápidamente».

Eso sí es una deformación grotesca de todo. Mueren jóvenes y niños en su país y esa es la respuesta. Muchos, haciendo gala de su libertad de expresión se preguntan a voces, pero ¿de dónde ha salido ese loco? Mas hasta que el personaje autocensure no sus palabras, sino su pensamiento, no habrá solución.