Hace 20 años, cruzar Extremadura en coche para viajar a Madrid podía tener perfectamente los rasgos de una pequeña odisea. Por no mencionar la escalada a Salamanca por entrañables aunque angostas calzadas secundarias. Quizás exagero, por supuesto, pero durante años ha sido proverbial la falta de comunicaciones de la región con 'el resto del mundo'. Sin embargo, los años del crédito fácil, de la expansión de obras e infraestructuras, del todos con derecho a todo, dejaron en Extremadura una sanísima red de autovías que nos conectaba correctamente por fin. Que, por fuerza, no iba a ser todo nocivo en la inconsciencia gastadora de los felices noventa y dos mil (y poco). Si exceptuamos la ausencia de una conexión digna Cáceres-Badajoz, lo cierto es que llegar a Sevilla o a Madrid por carretera se ha convertido en un viaje cómodo y rápido. Eso sí, de los trenes y autobuses ni hablamos. Y de aviones, despedidas a la francesa apartes, para qué.

Paulatinamente, nos vimos rodeados por una red de autovías nuevas, que cruzaban ampliamente la región y nos permitían alejarnos del clásico victimismo extremeño. De ese complejo 'buñueliano' de abandono. Ya estábamos comunicados y nos liberábamos de ataduras. Algunos, incluso, se atrevían a denostar las infraestructuras de otros países cuando salían de España. En Extremadura hay mejores carreteras que aquí, fíjate. Por mucho Centroeuropa que sea esto. No por nada llamó Simenon al turismo el 'mal del Siglo XX'.

Y ese es el panorama actual: una estupenda red gratuita para los usuarios. Por la que se ha luchado y que, realmente, es clave en el desarrollo de Extremadura. Por mucho parón que exista en el desarrollo de los tramos que hay pendientes. Por más que el AVE no avance. Pero si es que si queremos que el presupuesto regional se destine de forma adecuada, es evidente que hoy día no son prioridades. Uno de los factores clave en el cumplimiento del déficit pasaba por el control del gasto público, y las obras de este tamaño generan enorme endeudamiento regional. Porque eso (y no otra cosa) significa el déficit: que tienes deuda. Así que lógicamente te puedes regocijar si muestras un déficit de sólo un 0,97%. Y más si vienes las tierras inhóspitas de partir de más allá del 6%. Pero sigues teniendo deuda, y eso sólo se suple con financiación.

Monago sabía que deuda más financiación tienen una traducción práctica: la esclavitud. ¿Exagero de nuevo? No crean. De forma más ordenada, civilizada, menos draconiana que antaño si quieren, pero pasas a depender de otro. De un tercero. Que como paga, exige. Y recorta allí dónde tú no hubieras querido hacerlo. Y eso tuvieron muy claro en Mérida que había que evitarlo. O reduces el gasto o aumentas ingresos. O ambas cosas. Y no está el horno público como para exigir más impuestos. Pero... siempre hay un 'pero', ya saben. Lo bien que nos iría todo sin los dichosos 'peros' (no he dicho 'peperos', ¿eh? Eso lo dejo a su entera elección). ¿Qué ocurre si por mor de la situación de las cuentas del (aún) Reino de España el Gobierno decide fijar un nuevo tributo? ¿O en aquellas competencias que son propias del Estado, proceder a solicitar un copago o una privatización?

Si ya hemos rescatado a la banca, ¿qué será lo próximo que pagaremos todos? La respuesta, me temo, no está en el viento sino más abajo. Mi apuesta está en las autovías y autopistas. El ruinoso negocio de las autopistas de pago creadas al albur de muy optimistas planes de negocio y de previsiones de circulación elevadas, se está convirtiendo en un nuevo agujero en la banca española. No tienen viabilidad y sí a sus espaldas inmensos créditos difíciles de repagar. Otro fantasma más en el armario del balance de la banca. Si ello le sumas que muchas están concesionadas y que, por tanto, el Estado esperaba unos decisivos ingresos de ellas, tienes el cuadro pintado. Entero.

Y es que la tendencia habitual que hemos observado es intentar que seamos todos los que asumimos las pérdidas de algunos sectores. Sí, no estamos muy lejos de un proceso de privatización de nuestras carreteras que llevará, al final, a que muchas de las hoy gratuitas dejen de serlo. Tiempo.

¿Exagero? Ya se habla de pasar plantas fotovoltaicas inviables al banco malo. Ese que sólo era para los créditos promotores. Los únicos que son tóxicos en nuestra, por lo demás, sanísima banca. Uf.