Desde ayer Cáceres está unida por autovía a Trujillo y a la A-5, Madrid-Lisboa. Desde ayer, la capital cacereña está comunicada según el estándar de homologación de la modernidad, que es la carretera de doble carril por cada sentido. Hasta ayer la A-66 permitía el viaje hasta la capital española por autovía, pero había que dar un rodeo, de manera que hasta ayer se podía decir, como máximo, que Cáceres estaba situada junto a una autovía, pero no que tuviera autovía. Desde ayer sí la tiene.

La A-58, que ha costado al Estado 136 millones de euros es, además, un ejemplo a seguir en cuanto a ejecución de la obra: no ha habido demoras, se ha acometido en el plazo previsto, en cuatro años. De lo cual se deduce que si existe voluntad política, y aquí la ha habido, y no se producen complicaciones técnicas de importancia, las obras públicas pueden cumplir su fecha de inicio y de finalización. Esto vale tanto para las autovías previstas y demoradas sine die que afectan a la región y cuyos proyectos no acaban de salir de los despachos, --la autovía de Levante y la Badajoz-Granada, concretamente-- como para el AVE. A pesar de que la línea Madrid-Lisboa ha tomado un nuevo impulso a partir de la llegada al Ministerio de Fomento de José Blanco y después de que Portugal cumpliese su compromiso de sacar a concurso la obra Caya-Poceirao, no se puede olvidar que se está demorando sin explicación la decisión sobre las estaciones de Plasencia y Cáceres y que, por ello, es pertinente hacerles recordar a los responsables de tomarla que hay espejos donde mirarse en cuanto a cumplimiento de los plazos: la ejecución de la A-58, abierta ayer.