TDtesde el pasado sábado, en un mausoleo rematado por una impresionante obra de arte expresada en una piedad "avaliana", descansa ya en Mérida, tras muchos años de trasiego y laboreo, un anciano fecundo y emérito. Hecha la ciudad para los mayores, Avalos regresa tras las batallas del siglo y casi centenario, a su pueblo. El sol de julio y el sábado hacía que el doblar de las campanas atravesaran el cielo nítido sin ruidos ni interferencias.

Aprendió a conocer las piedras entre las piedras nobles de ese suelo romano, y luego logró hacer trizas las reglas de las Escuelas de Bellas Artes y puso inspiración en las formas, que es ese sentir hondo y rebelde lo que perpetúa a un genio.

Ya se ha dormido Juan de Avalos con el eco de sus golpes. El jueves 6 cuando caía la tarde, se marchaba tallando el crepúsculo. Como un veterano e incansable almogávar de Roger de Flor, se ha ido agarrado al martillo. Tenía una memoria privilegiada y le cabía en la cabeza el siglo entero de su biografía que portaba en su esqueleto desde que en 1911 lo alumbraba Mérida. Tanta trayectoria no me cabe en este recuerdo, pero siempre me admiró su figura, maltratada por la incomprensión al no saber otros que nadie elige del todo su camino. Fue fiel a su oficio y la bandera de su Extremadura amada que ahora cubre su féretro, la prodigó por el mundo.

Perdemos a un paisano ilustre y las artes ven desaparecer a un patriarca que hizo de su vida pulso e invención. Le robó a las piedras su rusticidad y como Aquel en el barro, él puso soplo en la materia inanimada.

Una tarde en Trujillo, donde nos encontramos con motivo de la reunión de nuestra Real Academia de Extremadura, contaba al director Santiago Castelo y a otros compañeros, historias vividas allá, en los años 20, en los años 30, en plena II República- Era un narrador minucioso, con detalles, pintando el ambiente, transmitiendo la emoción misma de la vida.

Conocido por sus trabajos espléndidos en el Valle de los Caídos, a veces se le ha juzgado injustamente. El abogado no se identifica necesariamente con las maldades de su cliente, ni tampoco el pintor con el semblante del retratado, ni el biógrafo con el personaje, ni el escultor con quien le encarga la obra. Pero a Avalos se le fustigó descarnadamente, sin acercarse a comprender su nobleza de corazón y su espíritu obrero.

En los últimos tiempos, por un percance fatal, ha sido enfermero de su mujer, Soledad, y ha muerto con la bata blanca de servicio, una vestimenta que le ha servido para moldear a las piedras que se humanizan con su mano y para consolar la ancianidad de su compañera cuando se deshumanizaba por los achaques.

El percance le ha cogido, como ha vivido, atareado, dando los últimos golpes a un monumento a Alfonso XIII y rematando un bello bajorrelieve.

Unos mueren con las botas puestas, otros con el martillo en la mano, esa herramienta que tanto se parece a la cruz, y que en este creyente era a diario escapulario de sus dedos. En 1935 Miguel de Unamuno dijo al joven escultor: "Sea usted fiel a sí mismo", y eso ha hecho en su taller, dar a luz lo que sentía en sus adentros. Ha sido siempre un navegante vitalista y la muerte le ha cogido en plena travesía, se muere como se vive. Es natural, siempre estuvo en la brega, en la brecha, en el trabajo, en la faena, como si hubiera aprendido ese mensaje del Génesis donde leemos que Dios creó al hombre ´ut operaretur´, para que trabajase. Y eso hizo Juan, trabajar para vivir, vivir trabajando y marcharse enseñando por todo galardón y riquezas un rústico martillo de picapedrero.

*Escritor[,03]

Pocas cosas se saben del Senado: de las que se saben, estas dos: la levedad de su importancia en la vida política como cámara de segunda lectura de la leyes y como consecuencia de ello la escasa importancia de las decisiones que toma; y las voces que de vez en cuando se alzan sobre la necesidad de su reforma. La última voz fue la de Rodríguez Ibarra , la semana pasada en Mérida, en el ciclo de conferencias sobre el modelo autonómico, dentro de los cursos de verano de la Universidad. Allí dijo, una vez más, que el Senado debería estar constituido por representantes de las comunidades autónomas. Hacer del Senado "una verdadera cámara de representación territorial" es una de esas frases, recurrentes y por repetida ya retóricas, que se lanzan al debate. Y no es que no sea necesario que el Senado se convierta en la cámara de la España autonómica, sino que ningún partido le hinca el diente al asunto. Ni con mayoría absoluta, ni con mayoría minoritaria. Y eso que, con la revisión de los estatutos de autonomía en que están embarcadas la mayoría de las comunidades, que acabaran con más el poder del Estado más repartido, ese cambio se antoja ineludible.[,06]

El concejal cacereño de Turismo, Manuel Rodríguez Cancho, ha logrado tras año y medio de trabajo poner en pie el proyecto para crear una oficina municipal de congresos, un instrumento clave para comprometer a otras entidades y atraer a un mayor número de congresistas.