El proyecto del tren de Alta Velocidad Madrid-Lisboa es uno de los asuntos que centran la vida política extremeña y las disputas entre los partidos. La controversia --que es ya un clásico en la región por la duración de un proyecto de esta envergadura-- está polarizada en torno a la fecha en que debería estar en servicio que, en principio y cuando en el 2003 España y Portugal se comprometieron a construirla, era el 2010. Tal como se encuentra el proceso de ejecución del proyecto --se espera que el presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero, coloque la primera piedra de la obra antes de fin de año, de la que hay adjudicados solo dos tramos-- esta fecha, cada vez más cercana, no puede ser asumida como la de puesta en servicio del AVE. Lo indican las programaciones de los Presupuestos Generales del Estado, la experiencia en otras líneas de Alta Velocidad (la de Madrid-Barcelona tardará, finalmente, más de 15 años desde que se aprobó hasta que se termine) y últimamente los plazos que da la propia Administración para contratar los servicios de asistencia técnica: todos sitúan el 2012 como un año en que todavía se estará construyendo la línea. Sin embargo, las declaraciones de los responsables políticos son unánimes: mantienen, contra viento y marea, el año 2010 como el que se podrá subir al tren en la región.

Por permanecer en esa posición están en un callejón sin salida. Ha faltado la oportunidad de reconocer que esa fecha no se puede cumplir, como inteligentemente lo ha hecho, hace dos años ya, Portugal, que cambió al 2013 su previsión de final de la obra en su territorio. Incluso políticamente el Gobierno del PSOE y de la Junta podrían haber salido airosos del compromiso afirmando, como lo hizo en estas páginas el presidente Fernández Vara sin que el PP lo desmintiera, que cuando Zapatero llegó a La Moncloa en marzo del 2004 no había nada hecho sobre el AVE extremeño. Es decir, que si hay retraso, en todo caso el retraso empezó cuando todavía el PP era el partido del gobierno de España. Pero por una razón que solo puede entenderse en esa nunca revisada política del sostenella y no enmendalla , los socialistas extremeños se han echado a la espalda ellos solos el peso de arremeter contra las evidencias. Incluso parece que han sido enterradas --tal vez por ese cálculo electoral tampoco revisado que indica que no hay que reconocer ningún error a cuatro meses de las elecciones-- las tibias posiciones que permitían pensar en un cambio de posición y que se concretaron en unas declaraciones del consejero de Fomento cuando se publicaron los datos que sobre el AVE recogía el Anteproyecto de Presupuestos del Estado para el 2008, señalando que la Junta estaba dispuesta a presionar para que la fecha del 2010 se cumpliera, o la de la decisión de la Diputación de Cáceres en ese mismo sentido. Fue una nube de verano, porque la reacción ante el último acuerdo de Fomento sobre los plazos para la asistencia técnica, es la ortodoxa: será en el 2010 sin ninguna duda. Esta posición da pie a que surjan situaciones teatrales, como la última del presidente del PP, Carlos Floriano, asegurando que dimitirá de sus cargos de diputado regional y senador si el AVE circula por la región en el 2010. Y retando a Fernández Vara a que le secunde. ¿Qué necesidad hay de que un asunto importante como es el del AVE sea escenario de retos, golpes de efecto y políticas de campanario?