Cuando los tratados de historia de finales del siglo XXI hagan memoria para relatar y analizar los hechos que transformaron Extremadura, sin duda figurará entre ellos la fecha del 8 de noviembre del 2003. Y aparecerá con letras mayúsculas. El acuerdo ratificado ayer por los gobiernos de España y Portugal para que el AVE Lisboa-Madrid pase por Badajoz y Cáceres a partir del 2010 revolucionará las comunicaciones en nuestra autonomía e inducirá un desarrollo socioeconómico en ciudades y pueblos, superior incluso al que ha propiciado la Autovía de Extremadura y al que supondrá la finalización de la Autovía de la Plata.

Los dos primeros puntos reseñables del histórico pacto ferroviario sellado por Aznar y Durao Barroso en Figueira da Foz son que el AVE que vertebrará Extremadura circulará a 350 kilómetros por hora y que las obras estarán finalizadas antes de siete años. Estos aspectos técnicos adquieren especial relevancia porque ahuyentan dos fantasmas que se cernían sobre el proyecto en los últimos meses: la posibilidad de que el tren sólo viajara a 200-250 kilómetros por hora (como el Madrid-Lleida) y el temor a que el plazo de construcción se dilatara incluso hasta el 2020. Finalmente no es así y el AVE conectará Lisboa con Madrid en 2 horas y 45 minutos a partir del 2010.

Y es este tiempo de enlace entre las dos capitales ibéricas, fijado ayer por los ejecutivos de España y Portugal, el que ha terminado por despejar una de las incógnitas que pesaban sobre el proyecto: ¿Parará este tren internacional en las cinco ciudades que tendrán estación de AVE en Extremadura (Badajoz, Mérida, Cáceres, Plasencia y Navalmoral)? Obviamente no. A día de hoy, sólo Caya/Badajoz tiene garantizada una parada. Asimismo, es seguro que Cáceres debe contar con otra por cuestiones estratégicas. La línea internacional sólo tendrá paradas todos los días, por tanto, en Lisboa, Evora, Badajoz, Cáceres y Madrid. En consecuencia, Mérida, Plasencia y Navalmoral dispondrán de varias conexiones diarias con Madrid a través de otros AVE ligeramente menos rápidos al tener que detenerse en los puntos intermedios del corredor nacional de alta velocidad.

En el plano político, muchos han vuelto a caer en el error de intentar monopolizar el logro del AVE. Menos mal que a estas alturas los extremeños tienen clarísimo que se trata de un éxito que no tiene color político. Es un triunfo nacional fruto del trabajo y de la lealtad mutua de los gobiernos de Madrid y Mérida. Además, el hecho de conectar las dos capitales ibéricas por Badajoz no debe interpretarse como un favor, sino como una decisión lógica que hace justicia con Extremadura y Alentejo y ahorra dinero a los estados.

Fijado el recorrido y los plazos, sólo queda que el Gobierno español no sea timorato desde el punto de vista presupuestario y consigne las partidas necesarias para que el AVE extremeño sea una realidad a partir del 2004 y no comience a acumular retrasos como los que están haciendo tristemente célebre a la línea Madrid-Cataluña.