TSti Magdalena Alvarez es la ministra de Fomento, y a ella corresponde la responsabilidad por el funcionamiento (es un decir) de las infraestructuras catalanas, no es disparatado que una mayoría parlamentaria haya pedido su dimisión en la creencia, bastante razonable, de que otra persona podría hacerlo mejor. Porque peor que lo ha hecho Alvarez es muy difícil que lo haga nadie.

La culpa de los transtornos constantes en el sistema ferroviario catalán no parece ser, contra la opinión del portavoz de IU-ICV en el Congreso, del AVE, pues si ha existido verdadera necesidad alguna vez de ese tren veloz ha sido para la relación Madrid-Barcelona y España-Europa, sino de lo pésimamente que ha llevado Fomento la gestión de las obras, pero aun en el caso de que la culpa fuera del AVE, el AVE no puede dimitir, y la ministra sí.

¿A qué ese miedo cerval a reconocer que, pese a las buenas intenciones que nadie le discute, ha fracasado? Todos fracasamos y nos equivocamos varias veces al día y no por ello nos convertimos en indeseables. En su caso, podría, una vez abandonado Fomento, revelarse como una magnífica trabajadora en alguna otra área de la Administración.