WEw l presidente de la Junta, Guillermo Fernández Vara, se entrevistó ayer con la ministra de Fomento, Magdalena Alvarez, para preguntarle cómo va la tramitación de las obras del Tren de Alta Velocidad y si es posible acabarlas, como el Gobierno ha reiterado, en el 2010. Lo primero que hay que resaltar del encuentro es que Alvarez no contestó a esa pregunta, de lo que se deduce que no existe seguridad en el cumplimiento del plazo, máxime cuando, como el jefe del Ejecutivo regional ya conocía, el tramo entre Cáceres y Navalmoral "tiene algún problema más" que los otros.

Sí dijo Alvarez que la clave para que la puesta en servicio del AVE se retrase o no son los estudios de impacto ambiental y que su departamento agilizará todos los trámites en cuanto le lleguen a Fomento. Fernández Vara, que parece decidido a conocer con precisión cómo se encuentra una obra que verdaderamente es importante para Extremadura, se entrevistará con la ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, para conocer de su boca si los estudios de impacto ambiental entorpecen o no los planes del tren extremeño.

No se le puede negar a Vara el empeño que está mostrando con el AVE, un empeño compartido por la inmensa mayoría de los extremeños. Un empeño incluso por allanar el camino para que no exista impedimento que justifique el retraso. En este contexto debe interpretarse la propuesta de que las estaciones del AVE estén fuera de las ciudades y la posterior petición a los alcaldes --de Cáceres, Mérida y Navalmoral, porque Plasencia y Badajoz ya saben que las estaciones estarán fuera del casco urbano-- de que no "compliquen" las cosas, porque de ello solo se sacarían retrasos en la puesta en marcha de la Alta Velocidad.

La propuesta del presidente significa poner en un compromiso a cualquier alcalde. No hay que olvidar que una de las bondades más apreciadas por los ciudadanos es que el AVE, además de la rapidez, conecta los centros de las ciudades (pasa en Sevilla, en Córdoba, en Madrid, pasará en Barcelona), y que renunciar a ello debería ser entendido por el Gobierno como una cesión muy importante. Es decir, debería ser vendido caro . Si Fernández Vara convence a los regidores de Cáceres, Mérida y Navalmoral de que las estaciones del AVE deberán estar fuera de los cascos urbanos porque así se agiliza su puesta en servicio, lo lógico es que el Gobierno se comprometiera con un calendario claro y preciso sobre esa puesta en servicio, de acuerdo con las promesas tantas veces reiteradas. No tendría sentido que Extremadura sufriera, de un lado, el retraso; y de otro, renunciara a la comodidad de acceder al AVE sin salir de la ciudad, como ocurre en el resto de ciudades con ese tren.

Por otra parte, Vara ha hecho una propuesta a la titular de Fomento que es interesante para Extremadura: un ´cambio de cromos´: si el Gobierno se hace cargo del coste de la autovía Cáceres-Badajoz, la Junta haría autovía la carretera Ex-300, entre Talavera la Real y Almendralejo pasando por Solana de los Barros. Interesante porque la autovía que unirá las dos capitales provinciales cuesta 300 millones y transformar la Ex-300 en autovía, 120. E interesante también porque permite a Badajoz enlazar con la A-66 por carreteras de doble carril. Si Fomento acepta, el viaje a Madrid de Vara habrá resultado muy beneficioso.