El PSOE mete la cabeza bajo tierra para no ver a ETA, la obviedad de ETA y sus cómplices, como dicen que hace el avestruz. El PP, solitario, ave de presa, acecha en el aire. Cuanto peor, mejor. La política del avestruz (en realidad el pobre bicho jamás hace eso sino algunos humanos que de ello le acusan) es persistente, repetida en la historia y reiterada en el presente. De hecho, cada día parece más claro que nuestro presidente lejos de levantar la cabeza y mirar la realidad ha vuelto, tras el atentando de la T-4, y tras la explosión que se la hizo sacar por unos instantes asustado, a meterla en el agujero. Y ¿que es lo que no quiso ni quiere ver?

La política de avestruz: A) Que los terroristas no tenían desde el principio voluntad alguna de abandonar las armas y la violencia. No había la mínima intención de disolución de la banda terrorista. B) Que su terminal política, en justa correspondencia y sintonía tampoco tenía voluntad ninguna de renunciar a la violencia, de condenarla, de renunciar a ella como forma de acción política. Querían tener la gasolina en una mano, la papeleta en la otra y la pistola de apoyo. C) Que seguían el chantaje, las amenazas, el terrorismo callejero que lejos de disminuir fue retomando la calle, el robo de pistolas, la reorganización de comandos, los zulos con explosivos y en vez de afrontarlo, optó por percibir y trasmitirnos su realidad virtual, sus deseos que los hechos contradecían cada día rotundamente: Todo iba muy bien. Todo iría cada vez mejor. D) Se resistió a ver, incluso, el propio atentado en toda su dimensión. De ahí el balbuceante suspendo . E) Y se sigue sin quererlo ver. Sin percibir la hondísima conmoción social y el cambio de actitud que se ha producido. Se pretende pasar página lo mas rápidamente posible, tratándolo como un penoso incidente (ése es en el fondo el análisis coincidente con el PNV). Poner en marcha el II Proceso de Paz, aunque para ello haya que arremeter contra un poder esencial del Estado de Derecho, el Judicial, que se mantiene firme. F) Considerar a partidos radicales nacionalistas, que no han tenido empacho en defender las mismas tesis políticas que los botones de ETA, y en el caso de ERC han llegado a pactos realmente vergonzosos con ellos, como parte de un futuro pacto antiterrorista resulta tan increíble como aberrante. Más que un pacto antiterrorista eso parece conducir a un acuerdo para reiniciar la negociación con ETA. Es la reedición del vía libre parlamentario para reabrir el proceso y con la exclusión del PP. La política del halcón, es la que está siguiendo, solitario y acechante, el PP: A) Cuanto peor vaya y le vaya al Gobierno, mejor. Si carga electoralista existe en el otro sitio, aquí se percibe con inusitado hedor. B) Juicio previo de intenciones. Acusar de hechos aún no cometidos y que ni siquiera parece posible que puedan cometerse. Establecer que la voluntad del contrario, el Gobierno y su presidente, no es otra que la traición. No hay error viene a decirse. Hay voluntad de engañar, de traicionar. C) Enrocarse en el Pacto Antiterrorista como trinchera. Util ha sido, mucho, y puede serlo en el futuro. Sin romperlo si puede mejorarse y ampliarse, si el PNV ha abandonado Lizarrra, si Imaz , que no Ibarretxe --quien recupera terreno en su propio agitar de la tensión-- tiene claro que Batasuna no solo no es amigo sino el peor de los enemigos de su partido, sus intereses y su futuro ¿por qué no abrirle la puerta? Y con muchas más razones ¿por qué no hacer todo lo posible por darle entrada a CiU? ¿O a Izquierda Unida? No puede negarse esa posibilidad si hay acuerdo en lo fundamental.

Esas dos son las políticas. El futuro no sólo no ofrece síntomas de encuentro sino de todo lo contrario. No hay jugadas de Estado sino jugarretas electorales de partido. Las elecciones municipales y autonómicas están ahí. Y la prueba del nueve. La presencia o no de Batasuna, con marca propia, marca blanca o sin etiqueta. Lo que ha dicho el fiscal sobre las nekanes de Otegi y su partido fantasma, que ahora si es diáfano que no responde a nada más que a la orden de Batasuna, es muy preocupante. Las pruebas están por todos los rincones y el único que --otra vez el avestruz-- no quiere verlas es Conde Pumpido .

*Periodista