TCtuando el Gobierno español presidido por el socialista José Luis Rodríguez Zapatero inició su andadura hace ya dos meses y de inmediato nos sacó del avispero de Irak, en donde nos había metido el Gobierno del Partido Popular, la derecha económica y política se rasgó las vestiduras, a pesar de que era un clamor popular que incluso apoyaba gran parte de su electorado, o sea, la derecha sociológica.

Ahora, cuando un nuevo acuerdo de las Naciones Unidas maquilla ligeramente la presencia militar en el país oriental, con condiciones humanitarias, los mismos belicistas que mantenían y mantienen la esperanza de obtener importantes ganancias económicas al albur del conflicto, jalean la vuelta, junto al reproche a lo que fue una decisión valiente, justa y necesaria.

¿Por qué quieren seguir azuzando al avispero? ¿Por qué continúan empeñados en su horror sin honor? ¿Es que ni tienen presentes las acciones tiránicas de sus poderosos aliados, aplastando, masacrando a la población? ¿Juntos podríamos estar ahora en territorio iraquí con los que torturan, allá, en las propias escenas del crimen?

Hay momentos en que el silencio no tiene precio. Y el Partido Popular puede aprovechar el momento precisamente para callar, para masticar sus culpas sobre lo ocurrido en lugar de seguir vareando el árbol donde continúa el avispero, revuelto y todavía dispuesto a seguir causando estragos entre los que se empeñan en remover su propia confusión, su desolación y su furioso estallido de cólera, teñido de mesianismos a los que las armas no pueden detener.

*Historiador