Ayer, día 1 de octubre, abría la actualidad el pesar generalizado por la pérdida de Quino. Las redes sociales estaban repletas de sus viñetas, lamentos por su pérdida pero también el agradecimiento a quien fue capaz de dibujar el pensamiento crítico, la mirada de la infancia representada en la pureza de los valores primigenios. Nos dibujó la vida, el sentir y el pensar, y nos dejó como solo él podría hacerlo, recreando la realidad. La portada de un periódico de tirada nacional centrando el sentimiento de una sociedad en su conjunto ante lo que sucede en la Comunidad de Madrid, ante la estupefacción de la incapacidad que juega con la vida. Creo que durante estos días ni una foto, ni un texto, ni una conversación pudo retratar con tanta semejanza lo que en mí pasaba, pero esa era la magia de Quino, esa la maravillosa capacidad que tenía Mafalda, eso es lo que ha provocado que en todos nosotros con él se nos vaya algo, quizá algo tan genuino y personal como la forma de ver el mundo y entender la vida, ¡qué paradoja! Tan íntimo y personal a la vez tan compartido, supongo que él lo hubiese plasmado con una ironía de esas... tan...

Ayer, ayer en esa sociedad que avanza a lomos de la imperiosa necesidad que nos demanda la pandemia se celebraban actos e inauguraciones que solo gracias a la tecnología y al progreso de nuevos métodos son posibles, ayer, 1 de octubre se cumplían89 años de esa votación que nos permitió votar a las mujeres, permitidme que insista con el verbo votar, pero por primera vez podíamos votarnos, qué paradoja entonces poder ser electas y no poder votarse. 89 años de la voz de Clara Campoamor afirmando que “la única manera de madurarse para el ejercicio de la libertad es caminar dentro de ella”. Ayer era un día para reivindicar la igualdad, para la libertad pero, en cambio, mientras leía cada una de las palabras pronunciadas por Clara no dejaba de reflexionar en cómo esta pandemia ha hecho que las mujeres retrocedamos en tanto... pensémoslo. No hay ni un solo día que la lucha por la igualdad no sea necesaria ni prioritaria, lo conseguido por tantas que nos precedieron se ve borrado en un solo instante con tantos “urgentes” que no podemos permitir, no lo merecen, no lo merecemos.

Ayer, ayer 1 de octubre, Día Internacional de las personas mayores, quizá no haga falta que explicite importancia de su legado y todo lo que les debemos, la obligación generacional que tenemos con ellos, especialmente ante una crisis sanitaria que les muestra, a ellos y ellas, la peor cara, la más salvaje y deshumanizada, justo a ellos y ellas, quienes nos enseñaron a amar al mundo.

Ayer, 1 de octubre, muchas paradojas, muchas reflexiones y muchos rostros que merecen, al menos, que seamos capaces de esforzarnos y mostrar la mejor de nuestras caras por los que vendrán, por los que están, al fin y al cabo hay muchos motivos por los que merece la pena hacerlo, por los que nos dejan y dejan tanto, también.