WAw nte una catástrofe como la que vive Perú solo cabe la solidaridad internacional por vía de urgencia. El terremoto ha afectado a una de las zonas más pobres de América y en la que, como suele ocurrir cuando hablamos de los efectos devastadores de un seísmo, la arquitectura está escasamente preparada para los temblores. Lluvias torrenciales, huracanes, sequías o terremotos son catástrofes que sufren los pobres, porque en las áreas desarrolladas hay infinitamente más medios para combatir los fenómenos naturales. Por eso hay que apoyar la reacción rápida del Gobierno español ante los desgarradores llamamientos que llegan de Perú. El viernes salió de Madrid un avión con una primera remesa de ayuda: cien toneladas de material de primera necesidad, como medicinas, mantas, tiendas de campaña, etcétera. España envía además 30 personas especializadas en rescate y atención sanitaria. La secretaria de Estado de Cooperación Internacional, Leire Pajín, anuncia que a este primer envío seguirá otro y que la ayuda se prolongará "el tiempo que haga falta". Cabe, por tanto, esperar que la cooperación internacional continúe cuando hayan desaparecido los reporteros y las cámaras. Corresponde también al Gobierno, y así lo ha hecho la Secretaría de Estado, coordinar las ayudas con los distintos ministerios, autonomías y oenegés. Muchas veces el esfuerzo solidario se pierde ante la falta de eficacia para hacer llegar la ayuda a los afectados. En cualquier caso, España no puede dejar abandonados a los más de 85.000 damnificados por un terremoto que ha segado la vida de más de 500 personas, ha causado 1.500 heridos y ha destruido 17.000 casas.