Extremadura ha logrado que Bruselas aprobara el Programa de Desarrollo Rural que había presentado y que contenía una novedad respecto al presentado por otros regiones españolas: la posibilidad, ahora ya cierta, de que el sector del tabaco obtuviera una ayuda extra de 140 millones hasta el año 2013, lo cual supone que cada agricultor podrá percibir hasta 850 euros por hectárea, dependiendo del tipo de tabaco que cultive.

El resultado ha sido un éxito para la Administración regional, que ha venido haciendo durante meses esfuerzos continuados para que las ayudas al sector no se cerraran este año. El éxito ha sido por la cuantía final, que apenas ha bajado en 6 millones de lo que pedía la región; y porque ha sabido convencer a los dirigentes de la UE --reacios a que un cultivo ´maldito´ como el tabaco continuara recibiendo ayudas públicas--, de la necesidad económica y social de mantener las subvenciones, aunque lleguen a través de la vía, más ´políticamente correcta´, de incentivos al desarrollo rural.

Pero este éxito, que supone un balón de oxígeno de tres años, no puede modificar la realidad a largo plazo. Y la realidad es que las ayudas públicas son solo pan para hoy; concretamente hasta el 2013 y que, a la vuelta de ese año se impondrá la realidad del libre comercio. No de otro modo puede interpretarse la insistencia de la Junta de que el cultivo del tabaco solo tendrá futuro si la industria aumenta el precio de compra a los tabaqueros. Pero cabe preguntarse si esa propuesta tiene visos de llevarse a la práctica. En principio se antoja harto complicado. Y lo es porque se trata de un cultivo mantenido con ayudas en un 70%, y ahora se le exige que pase a sostener su rentabilidad en razón de la ley de la oferta y la demanda.

Los números --los precios-- manejados ayer por el consejero de Agricultura dejan poco margen a otra consideración. Juan María Vázquez explicó que la diferencia entre lo que se paga ahora --poco más de un euro el kilo-- y lo que debería pagar la industria para que al cultivador le resultara rentable seguir cultivando cuando el sector dejara de recibir las ayudas públicas --al menos 2,2 euros el kilo-- es casi duplicar el precio. No es frecuente que una industria acepte pagar el doble de lo que paga ahora por la materia prima si dispone de otros mercados donde encontrarla sin tener que hacer ese desembolso.

Las agrupaciones de productores tabaqueros pidieron ayer al Ministerio del Medio Rural que prorrogara un mes --ahora se acaba el 15 de febrero-- el periodo de contratación del tabaco con la industria. Una petición lógica a la vista de la aprobación de las ayudas y del horizonte establecido por las mismas. Al tiempo instaron a la Administración --ministerio y Junta- a que presionara a la empresas multinacionales para que subieran los precios. Continúan así con la tendencia de que sean los políticos los que defiendan al sector, antes ante Bruselas y ahora, ganada esa batalla, ante la industria. Alguna vez los tabaqueros tendrán que defenderse solos, exclusivamente con la calidad de su tabaco. Deberían aprestarse a ello porque el futuro solo será posible si hacen rentable su cultivo sin ayuda de nadie.