WSw e rompió el cántaro. La alcaldesa de Cáceres destituyó ayer de sus funciones a su socio de Gobierno, el concejal de IU Santiago Pavón, y éste le contestó con la ruptura del pacto. A partir de ahora, el PSOE tendrá que dirigir Cáceres en minoría, habida cuenta de que es harto complicado que el PP gane una hipotética moción de censura, para la que necesitaría al menos el voto de IU, lo cual parece ´contra natura´, o el de Felipe Vela. El concejal de Foro Ciudadano ha manifestado siempre que se le ha preguntado que no auparía al PP a la Alcaldía.

El desenlace forzado por la alcaldesa era obligado: resultaba insostenible -políticamente, e incluso por dignidad institucional-- una situación de deterioro como la que sufría la corporación, con un concejal gobernado antes que por la razón por un carácter imprevisible y ciclotímico y poco comprometido con lo firmado en el pacto del PSOE con su partido: la gobernabilidad de la ciudad. Pavón ha actuado como un quintacolumnista de no se sabe qué ideas; ha arruinado las expectativas de IU en Cáceres y ha protagonizado episodios de histrionismo, que lo han llenado de descrédito, en un ámbito tan solemne como el salón de Plenos. Había que terminar con todo esto.

Carmen Heras lo ha hecho cuando el clamor de la ruptura se extendía por la ciudad --los comentarios de los vecinos en la página web de este periódico han sido prácticamente unánimes en el alivio por la decisión tomada--; cuando algunos de los asuntos importantes están encarrilados, como el Plan de Urbanismo, la operación Corte Inglés, el plan de Saneamiento; y después de la opinión expresada por los cacereños en las últimas elecciones europeas, que, aunque europeas, sirven también para tomar la temperatura de la ciudadanía con sus instituciones más cercanas. Y el termómetro del 7-J encerraba una advertencia: el PP logró en Cáceres 5.500 votos más que el PSOE, un 51% del total, es decir, amplia mayoría absoluta si se traspusieran los sufragios a unas municipales. Heras ha interpretado --y con acierto-- que el mantenimiento del pacto era una soga que la arrastraba, a ella y a su partido, al fondo del pozo.

Ahora llega un nuevo tiempo a la ciudad, el de negociar cada asunto importante, el de transigir, el de acordar, el de hablar...el tiempo de la política. Muchos ciudadanos desean que los partidos consensúen las decisiones, y más en el ámbito municipal. Es una oportunidad para practicar esa manera de representar los intereses ciudadanos que requiere políticos flexibles, razonables.

El PSOE se la juega. Pero también se la juega el PP. Si cree que le basta para ganar las próximas elecciones con sentarse ante su puerta para ver pasar el cadáver de su adversario se equivoca. El PP, si quiere que los cacereños vean que está comprometido con Cáceres, deberá comprometerse con su gobierno. Su presidente regional, José Antonio Monago, pareció decirlo ayer. Es un buen síntoma. Aunque el inmediato precedente va en dirección opuesta: el voto contrario en el último Pleno a la operación de tesorería que va a permitir pagar a los proveedores, muchos de los cuales por deudas contraídas gobernando el PP, sitúa al grupo popular en el terreno de la irresponsabilidad. Se empieza transmitiendo ese mensaje y se termina con los ciudadanos creyéndoselo. Y perdiendo.