Esta semana aparecían unas despreciables declaraciones del presidente de Castilla la Mancha, el socialista Emiliano García-Page, echando la culpa a los madrileños de la creciente incidencia del Covid19 en su región.

Es el pan nuestro de cada día, la culpable de las siete plagas de Egipto y de los males que azotan España. Ella trajo el virus en camilla y lo depositó en la débil y frágil sanidad madrileña, esa que levantó un hospital envidia del mundo en 48 horas. Esa sanidad púbica que la izquierda casposa critica mientras se tratan en la sanidad privada sus enfermedades. De todo es culpable Madrid, y especialmente su Presidenta, Isabel Díaz Ayuso.

Yo soy extremeño y mi trabajo pasa por defender a mis paisanos. Su futuro, su seguridad, su salud , su educación, sus comunicaciones, su calidad de vida. No nos eligieron para buscar en otros la causa de nuestros problemas, y sí para tratar de indagar en su solución y evitar las consecuencias.

No estamos para dar lecciones en Extremadura, más al contrario, nuestros datos comienzan a ser preocupantes en esta segunda ola. Según informaciones de la segunda ola facilitadas por el INE , con datos oficiales de los registros civiles de nuestro país, somos la comunidad autónoma que entre las semanas 28 a 33, las que van de mediados de julio a mediados de agosto, sufrió un número mayor de exceso de mortalidad en los mayores de 65 años. Exactamente 107,8 por cada 100.000, muy lejos del segundo peor dato que ostenta Aragón con 77,38 fallecidos de más de 65 años por cada 100.000 habitantes mayores de 65 años y a una distancia sideral de Madrid que tuvo 8,14 en el mismo periodo. ¿Las vacaciones , bien?

Sobre estos datos podemos debatir lo que quieran , pueden achacar el exceso de mortalidad al calor, como si en los años anteriores con los que se compara no lo hubiera hecho tal y como explica el Momocalor del Instituto de Salud Carlos III, pueden achacarlo a otras enfermedades como el cáncer como si antes no pasara. Pueden hasta señala a los accidentes de tráfico aunque las estadísticas de la DGT nos dicen que a esta altura de año contamos con 12 fallecidos menos que el año anterior en la misma fecha. Lo que consideren.

Pero es incontestable que en el exceso de 275 fallecidos en Extremadura durante estas semanas que encabeza las estadísticas nacionales puede tener un impacto directo o indirecto el COVID19, o los cientos de centros de salud prácticamente cerrados, y desde luego no habla muy bien de nuestro sistema sanitario , de las corbatas que pueblan nuestros hospitales y de los que están gestionando la crisis fuera de ellos y que no han sabido, no han sido capaces o no han tenido la implicación suficiente para conseguir minimizar el impacto de este virus.

Mientras aquí en estas semanas había un exceso de mortalidad de 25 de cada 100.000 Extremeños , en Madrid era de 1,01. Mientras aquí no se hacen tests a los profesores ni hay un claro y decidido plan para convertir los colegios en zonas seguras, en otras comunidades como Andalucía, Galicia o Madrid, otra vez Madrid, se hacen tests a los docentes y tienen una hoja de ruta clara en función de cada escenario y cada colegio.

Las números son interpretables, pero son inapelables y demoledores. Es de lo poco que nos queda tras esta pandemia en la que el Gobierno nacional ha mentido día sí y día también. Ha ocultado datos, ha maquillado estadísticas, ha tratado de engañar de una forma tan burda que convierte la mentira en un resorte para hacer política del que debemos huir. En democracias consolidadas mentir o engañar es sinónimo de cese o dimisión, pero aquí se jalea, se vitorea al que miente y para justificarlo se lanzan esas mismas mentiras contra los adversarios políticos. Por eso cuando salen estos números oficiales vuelven a sacar mentiras para ocultarlos. Los más cobardes se esconden mientras pocos valientes dan la cara.

Extremadura es un ejemplo de cómo no actuar en esta pandemia. De cómo no tener apenas fuelle para ayudar a autónomos y empresarios, de cómo tener prácticamente cerrados los centros de salud de toda la región, de cómo no tener plan educativo, plan económico, plan social ni plan para las residencias de nuestros mayores. Durante esta crisis se ha dicho una cosa y la contraria, se ha hecho lo contrario de lo que se ha dicho y al revés. Durante esta crisis los extremeños hemos sufrido un virus y un desgobierno pero ahora lo que necesitamos son explicaciones. A datos que asustan explicaciones convincentes. ¿ Qué está pasando en Extremadura? ¿ Por qué lideramos los ratios de fallecidos y de fallecidos mayores de 65 años? ¿ Qué causas lo justifican? ¿ Alguien piensa asumir responsabilidades?

El buenismo no puede taparlo todo. No da de comer. No sana. No da tranquilidad a los padres que mandamos esta semana a nuestros hijos a los colegios. El buenismo no hace región. Quizás ayuda a ganar elecciones pero ahora hablamos de las próximas generaciones y su futuro en riesgo. Isabel Díaz Ayuso puede tener la culpa de muchas cosas en su región. Hasta en Castilla la Mancha también. Seguro. ¿ Aquí también? ¿ Simplificamos así el problema de Extremadura?

Ya basta de echar a los demás la culpa. Seamos serios y si no saben, no pueden o no quieren…cierren la puerta al salir.

*Diputado Nacional del PP por Badajoz