WEwl año que ha acabado ha sido uno de los más fructíferos en aprehensiones de droga en Extremadura. Para ponerlo de manifiesto basta recordar la última gran operación, en la que la policía logró incautarse de 1.500 kilos de hachís y detener a 15 personas. Aun así, o precisamente porque el aumento de las aprehensiones son indicio de mayor tráfico, el mercado de la droga sube en la región, según las informaciones de este periódico basadas en fuentes policiales. Esas informaciones se refieren, particularmente, a una ciudad: Badajoz, y a una zona concreta de la misma: la barriada de Los Colorines; y también a un motivo: la vigilancia policial contra el tráfico de drogas se ha recrudecido en Portugal y ha desplazado, tanto a traficantes como a consumidores, a la capital pacense, hasta el punto de que los vecinos de Los Colorines denuncian que se han duplicado los puntos de venta. Es un panorama preocupante. Y más lo es cuando las viviendas de esta barriada --convertida casi desde su primera ocupación en un gueto; en una versión renovada de Las Cuestas de Orinaza-- son sociales y están ocupadas ilegalmente. La Agencia de la Vivienda ha hecho un buen trabajo en Plasencia, desalojando a quienes ocupaban, sin derecho, viviendas en La Data. Hay más trabajo en Badajoz.