Hay preocupación por el envejecimiento progresivo de la población y por el bajo índice de natalidad, lo que tiene una repercusión directa en el Estado del bienestar.

Las causas van desde la dificultad de conciliar la vida laboral y familiar al cambio de mentalidad de la sociedad, pasando por la falta de recursos de la Administración. También ocurre que la carrera profesional de una pareja choca con la dedicación a los hijos. Uno de los dos siempre acaba renunciando a poder progresar en su trabajo; desgraciadamente, casi siempre acaba siendo la mujer porque las empresas pagan mejor a los hombres. Hay mujeres que, visto el panorama, tienen hijos a edad más tardía o, sencillamente, no los tienen. Deberíamos cambiar, y así las familias españolas se repartirían la responsabilidad de sacar adelante a los hijos de forma igualitaria, y las mujeres no tendrían que elegir entre su carrera profesional y el hecho de ser madres.

Maite Martín Alcaide **

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