XPxarece curioso, o tal vez se nos antoja muy extraño y muy alarmante, cómo el decurso de las presuntas y presumibles decisiones políticas de inversión sobre la muy necesaria alta velocidad ferroviaria en Portugal podría estar comenzando a cambiar. Y lo que es más grave aún, podría llegarse no sólo a no respetar los acuerdos y compromisos adquiridos y renovados con España y la Unión Europea en las dos últimas cumbres ibéricas, sino a situar en un grave riesgo histórico, falto de estrategia, a las posibilidades de desarrollo conjunto y mayor de Portugal y de España. Es por ello que, desde las instancias gubernativas estatales españolas (Gobierno central y Gobierno de las comunidades autónomas), estimamos que debe realizarse un esfuerzo diplomático y de asesoramiento técnico muy importante para que no se llegue a comprometer el futuro desarrollo ferroviario y socioeconómico de nuestros dos estados ibéricos. Por supuesto que este esfuerzo debe contar con la debida concienciación y respaldo de otras instancias gubernamentales, de las fuerzas sociales, políticas y económicas, y también con el compromiso y apoyo de la sociedad civil.

El problema ferroviario fundamental de Portugal para la alta velocidad, que es común al español, consiste, aparte de la accidentada orografía peninsular, en la necesidad del cambio y sustitución de una ya obsoleta red con ancho ibérico, que no muestra interoperabilidad con la red ferroviaria de ancho europeo del resto de Europa.

El cambio de esta red obsoleta para permitir la circulación de los trenes de alta velocidad en sus auténticas velocidades medias adecuadas y rentables, en nuestro país, está siendo y va a ser un proceso afrontado, programado y paulatino que deberá permitir la necesaria renovación completa en un horizonte temporal cercano. Sin embargo, dado su elevado coste, y debido a la mala situación financiera y económica que ha venido y viene atravesando Portugal, esta renovación no parece que se pretenda acometer ni siquiera en un futuro mediato (15 o 20 años), sino en un horizonte temporal tan lejano e indefinido, como desconocido.

¿Acaso lo dejaría Portugal para cuando otras tecnologías, por ejemplo la levitación magnética, que permite velocidades punta de hasta 500 kilómetros por hora, pudieren estar implantadas y en funcionamiento en el resto de Europa, incluida España?

Además, soluciones de compromiso y para tratar de salir del paso, que no exigen la renovación del ancho ibérico, como montar intercambiadores del ancho europeo al ancho ibérico, conforme se atraviese la frontera con Portugal, no sólo no son, a la larga, más económicas para Portugal (lo barato es caro y lo caro es barato...), ya que exigen seguir pagando un material rodante de doble eje más caro, aparte de no permitir circular a los trenes sin doble eje, que son la mayoría de los europeos tanto para pasajeros como para mercancías, por la geografía portuguesa con ancho ibérico, ni tampoco a los trenes portugueses que sólo circulan por ancho ibérico, en el resto de Europa, sino que comprometería la accesibilidad, la comunicabilidad y, sobre todo, la rentabilidad de las inversiones para las líneas de alta velocidad comunes entre Portugal y España.

Sin ir más lejos, un tiempo de 4 horas 15 minutos que duraría el trayecto Madrid-Lisboa, con esa solución , convertiría en completamente irrentable la inversión española en AVE entre Madrid y Badajoz. Todos o casi todos los pasajeros que dejarían de usar el avión entre Madrid y Lisboa para utilizar el tren de alta velocidad (cuando el tiempo de viaje fuese de 2 horas 45 minutos), con ese otro tiempo de viaje, ya no lo harían. Además, buena parte de los nuevos viajeros que se verían inducidos a viajar en tren de alta velocidad entre Madrid y Lisboa, con un tiempo de viaje idóneo (2 horas 45 minutos), ahora tampoco lo harían. Y el tren de alta velocidad Madrid-Lisboa no sería rentable.

Por tanto, si Portugal se ve obligada a no poder renovar su red ferroviaria de ancho ibérico al completo, dadas sus dificultades económicas y financieras, para poder facilitar la alta velocidad en todo su territorio, debe elegir los trayectos Madrid-Lisboa y Oporto-Aveiro-Salamanca, como prioritarios para la renovación hacia el ancho europeo, puesto que estos enlaces, además de hispanolusos, son las vías preferentes de entrada y salida de pasajeros y mercancías de Portugal con España y con el resto de Europa. Además, con esta solución, que sí es estratégica en un sentido socioeconómico, tampoco se comprometen los acuerdos firmados con España y ratificados con la Unión Europea.

Esperamos que la necesaria diplomacia que debe siempre asistir a las cuestiones con trasfondo económico (y son la mayoría...), no sólo permita una reorientación de criterios, sino un desarrollo conjunto mayor y más armónico entre Portugal, España y el resto de Europa.

*Profesor de la Uex