No es casual que se haya hablado y escrito tanto de las balanzas fiscales en vísperas del debate sobre el nuevo modelo de financiación autonómica. Desde el Partido Socialista en Cataluña en perfecta sintonía con Convergencia i Unió "se exige" a Zapatero su publicación. Desde Extremadura Fernández Vara asegura que "no permitirán" que se publiquen. ¿Qué está pasando? ¿Qué se esconde tras la exigencia de unos y la oposición de otros que, paradójicamente, pertenecen al mismo partido?

Las balanzas fiscales permiten la comparación entre lo que cada comunidad tributa y lo que recibe después. En principio, nadie debería preocuparse porque estos datos, bastante previsibles por cierto, salgan a la luz si no fuera porque en realidad esos datos serán instrumentalizados y usados como argumento supuestamente sólido en el debate abierto sobre el modelo de financiación del Estado de las autonomías.

¿Por qué Montilla y Durán i Lleida quieren que se publiquen las susodichas balanzas? Deberían explicarlo para que los demás no pequemos ni de ingenuos ni de malpensados. ¿No será que quieren visualizar de manera ostentosa la supuesta generosidad fiscal de Cataluña frente a la supuesta glotonería fiscal de (por ejemplo) Extremadura? ¿No será que pretenden escenificar con números (falsos como luego veremos) el supuesto esfuerzo de algunos frente al evidente parasitismo de otros?

XLA REPETICIONx del término supuesto no es un error estilístico, es perfectamente voluntaria porque las citadas balanzas fiscales son falsas; son una enorme mentira porque no reflejan la realidad económica y por lo tanto fiscal de cada territorio. En Extremadura todavía hay muchos productos (arroz, tomate y derivados, energía...) que en gran parte son comercializados desde otra comunidad y baste recordar que las grandes empresas con actividad económica en Extremadura, por ejemplo Carrefour, Caja Madrid, La Caixa, El Corte Inglés, Mercadona, Eroski... no hacen sus declaraciones de impuestos en Extremadura. Las multinacionales internas consiguen beneficios aquí y tributan allí con lo cual inflan el balance fiscal de unos territorios y adelgazan el de otros. Es evidente pues que las balanzas fiscales pueden tener interés estadístico o sociológico pero no pueden tener valor político.

No debería sorprendernos que cierta derecha localista o nacionalista quiera manipular los datos de las balanzas fiscales para justificar un modelo de financiación autonómica ultraliberal y egoísta; su discurso es ése y políticamente, viven de ello. Pero que los sectores más poderosos del Partido Socialista sean los abanderados de esos planteamientos, es inquietante.

Hasta ahora el PSOE no ha pagado ningún precio político ni electoral por esa habilidad suya para decir una cosa en un territorio y otra completamente diferente en otro; al contrario lo ha capitalizado muy bien. Con Maragall o Montilla, siendo más catalanistas que ERC y CiU, gana en Cataluña; con Ibarra o Vara, siendo más centralistas que el PP, gana en Extremadura. Perfecto, pero este juego empieza a ser insostenible porque hay que decantarse y nuestra región, que electoralmente está entregada al PSOE como los enamorados incondicionales, puede sufrir un gran desengaño.

Lo que está en juego, con nuevos estatutos y nuevo sistema de financiación, es avanzar hacia la cohesión interna de este Estado llamado España o abrir una puerta irreversible a una Estado de Taifas Autonómicas con Comunidades de 1., de 2., o de 3. en la que cada una se buscará la vida en función de los recursos propios disponibles sin mecanismos de convergencia e igualación.

Para diseñar el nuevo marco que sustituya a la Ley Orgánica para la Financiación de las Comunidades Autónomas (LOFCA) tiene que haber de todo menos prisa. Tiene que haber transparencia para que queden claros los criterios que se aplican, sin zonas oscuras ni segundas lecturas; tiene que haber serenidad para que nadie pueda agitar fantasmas centrífugos ni centrípetos y tiene que haber visión de Estado porque no es un tema que se agote en una legislatura y no puede basarse en apoyos puntuales ni alianzas de corto alcance.

De todas formas, para la izquierda, en cualquier sistema de financiación interterritorial es menos importante el mecanismo que la meta final, y ésta no puede ser otra que la convergencia que lleva a la cohesión. En su complejidad deberán combinarse variables de superficie, población, PIB, renta per cápita... etcétera y deberán incorporarse tanto elementos nuevos de corresponsabilidad como mecanismos correctores que permitan la intervención para avanzar en el horizonte de un Estado social moderno, plural y cohesionado que ofrezca a todos sus ciudadanos las mismas posibilidades.

*Coordinador general de IU-Extremadura.