El Gobierno cumplió ayer la promesa dada por el presidente en su debate de investidura de publicar las balanzas fiscales de las comunidades autónomas, un instrumento que trata de reflejar lo que los ciudadanos de cada comunidad tributan al Estado y lo que las comunidades reciben de éste. Como ya se sabía porque en los últimos años se han publicado balanzas fiscales elaboradas por equipos de especialistas, entidades financieras, etc., los resultados publicados por el Gobierno ponen de manifiesto que las regiones más ricas reciben del Estado menos de la suma de lo que tributan sus ciudadanos y que en el caso de las pobres es al revés. Madrid, Baleares y Cataluña son las comunidades con mayor diferencia a favor del Estado entre lo que tributan sus ciudadanos y lo que reciben como comunidades. En el extremo opuesto se encuentra Extremadura, cuyo ´superávit´ con respecto al Estado se sitúa entre el 15 y el 18%, según la variable contemplada.

La publicación de las balanzas fiscales no ha significado, por tanto, ninguna aportación a la serena discusión entre comunidades y el Estado puesto que sus resultados ya eran conocidos. ¿En ese caso, a qué contribuye que el Gobierno las difunda? A la discordia, a la discusión entre las autonomías. Flaco favor ha hecho Rodríguez Zapatero a la cohesión. De poco sirven las disculpas que ha dado el secretario de Estado de Hacienda, Carlos Ocaña, en la rueda de prensa en que dio a conocer las balanzas, afirmando que estos datos no se pueden trasladar al debate de la financiación autonómica porque no reflejan ni la equidad ni la eficiencia. ¿Si no reflejan ni la equidad ni la eficiencia para qué se publican? Según el propio Ocaña porque son un ejercicio de transparencia y rigor. Razones que se caen por su propio peso. Tiene razón Fernández Vara cuando afirma que no son rigurosas: hay otras balanzas entre comunidades, que inciden también en la distribución de la riqueza como los impuestos de los ciudadanos que aquí no se tienen en cuenta. Y no son transparentes porque son parciales: enturbian más que aclaran. Ocaña también dijo que la publicación está justificada como contribución "a un debate responsable". Basta estar atento a las reacciones después de la publicación de las balanzas --Cataluña propuso ayer una alianza de las regiones más ricas-- para que el término responsable quede desterrado. Solo se comprende la publicación de las balanzas fiscales en la necesidad que tenía Zapatero de ser investido presidente: anunciarlas era un guiño a los nacionalistas, particularmente a los catalanes.

Por si fuera poco, la publicación de las balanzas se ha hecho en un momento especialmente inoportuno, cuando el Estado y las comunidades autónomas se encuentran a las puertas de la discusión sobre la financiación autonómica. Una discusión que se prevé especialmente enconada no solo por la disparidad de intereses, sino porque la crisis económica provoca tensiones que hace un año no se esperarían. En este contexto, la publicación de las balanzas es abrir la caja de Pandora. Es un elemento distorsionador que, además, sirve a los intereses de las regiones que piden que la redistribución de los recursos bascule hacia las fiscalmente "deficitarias". A partir de ahora, los argumentos de Extremadura para que el Estado invierta en la región y atienda las necesidades de sus ciudadanos podrán ser contestados con el dato de las dichosas balanzas. Lo dicho: un mal día para la cohesión.