Felipe VI acaba de recordar lo evidente: que la bandera de España es la bandera de todos. Por supuesto, de todos los verdaderamente demócratas, que aceptan la Constitución, aunque deseen mejorar algunos de sus aspectos. No es pues sólo el símbolo de unión de la derecha, como se quejan quienes desde el centro e izquierda se la dejan, al contrario de lo que ocurre en Francia y otros países. Sánchez empezó reivindicándola, pero no lo hacen los suyos en la práctica. Menos aún hizo Carrillo después de aceptarla; y veremos sí algún día lo hace en la práctica Podemos, tras una de las pocas rectificaciones sensatas de Iglesias. Cuando haya suficiente consenso democrático, sin fetichismos la cambiaremos por otra, mirando al futura, no al pasado. Ya muchos deseamos, por ejemplo, cambiar el símbolo de la monarquía, como ya se ha eliminado el aguilucho franquista.