WEwl presidente del Gobierno en funciones, José María Aznar, se dio el sábado un baño de multitudes en un nuevo intento de maquillar su poco presentable salida del poder. Como hizo en la entrevista del pasado lunes en Tele 5, Aznar machacó en el coso de Vistalegre ante 20.000 incondicionales que el Gobierno no manipuló la información sobre la autoría de los atentados del 11-M, y que fueron otros --se supone que el PSOE y medios de comunicación no afines-- los que mintieron. El homenaje que tanto Aznar como Mariano Rajoy rindieron en el mitin al ministro del Interior, Angel Acebes, el titubeante y nada creíble portavoz gubernamental en las dramáticas horas que siguieron al ataque terrorista, indica que lo que más preocupa ahora en la cúpula de los populares es un lavado de cara tras el despropósito. Se trata de una estrategia estéril. La falta total de autocrítica, el tono áspero utilizado en el mitin de Vistalegre y la licencia de dar lecciones a su sucesor en la Moncloa, José Luis Rodríguez Zapatero, sólo convencen a los ya convencidos. Hay una mayoría social que ha inclinado la balanza hacia la izquierda y que espera que el PP recapacite y tenga el coraje de hacer ahora oposición leal asumiendo sus graves errores.