Catedráticode Derecho Penal

En el desfile militar del Día de la Hispanidad, la bandera de EEUU no fue saludada por el líder de la oposición. Desde el poder y aledaños se le dijo de todo menos bonito. Ello puso de manifiesto una virtud racial: se fue más papista que el Papa. Los ciudadanos norteamericanos, pese algún intento reciente, pueden hacer con su bandera lo que quieran: no saludarla o quemarla, por ejemplo, desde las sentencias de su Tribunal Supremo de 1940, 1969 y 1989.

Si ello es así para quienes le han jurado fidelidad, ¿qué no será para los que, aunque quisieran, no pueden?

Conténtense estos recién filoyanquis con escuchar a Glenn Miller. Que nos dejen a los demás seguir admirando a tan, en general, estupendo país, no tanto a ratos.