Poca gente duda de que la implantación de las nuevas tecnologías hace que nuestra vida sea un poco más fácil y cómoda. Eso sí, respecto a esta afirmación, habría que hacer algunas acotaciones si queremos ser verdaderamente fieles a la realidad. Porque, con frecuencia, esa comodidad lleva aparejada una falta de dinamismo deprimente. Y porque, para tener una vida más fácil, solemos ceder parte de nuestros datos personales, privacidad, o un tiempo que antes invertíamos en otros quehaceres. Pero, sin entrar en demasiados detalles, podríamos decir que sí, que la tecnología hace que la vida de mucha gente sea mejor y más sencilla. Aunque no ocurre lo mismo con todo el mundo. Porque lo que beneficia a las mayorías no siempre favorece a las minorías. Y las sociedades también han de reparar en esos que son menos y hacen poco ruido. Al apuntar esto, pienso en el colectivo de las personas más mayores. Y lo hago porque he visto a unos cuantos de ellos toparse con dificultades a la hora de acceder a servicios que antes utilizaban con total naturalidad. Porque, por ejemplo, desde que todo está automatizado, mecanizado e informatizado, no es posible llegar al mostrador de una entidad bancaria sin pasar antes por la barrera del expendedor de tiques. Y habrá quien piense que sacar un tique no cuesta tanto. Pero lo cierto es que no es una tarea sencilla para todos. Porque no todo el mundo sabe cómo funciona cualquier máquina, porque las instrucciones de uso no siempre son lo claras que debiesen, y porque hay gente que no tuvo oportunidad de aprender a leer o que, si lo hizo, no tiene el sentido de la vista en unas condiciones óptimas para leer y teclear diminutos caracteres en una pantalla. Lo que ocurre en los bancos, también acontece en la mayoría de organismos públicos. Y no siempre hay una persona cerca que pueda echar una mano a quien lo necesita. Es hora, por tanto, de que se ofrezcan alternativas para todos aquellos que nacieron en la era analógica y no han podido adaptarse al paradigma digital. Lo contrario -ignorar esta realidad- sería una ofensa imperdonable hacia esas personas a las que tanto debe este país. *Diplomado en Magisterio.